Furtwängler era el reverso de su coetáneo Arturo Toscanini: una luz brumosa comparada con la deslumbrante intensidad del italiano. Fue uno de los directores de orquesta más aclamados del siglo XX y sus versiones de Beethoven, Brahms, Wagner y Bruckner parecían alcanzar nuevos limites de comprensión y conexión espiritual. Su decisión de no dejar Alemania durante la guerra le convirtió en una figura controvertida, particularmente en Estados Unidos, pero su calidad musical siempre quedó fuera de cuestión. Uno de los titanes de la música clásica, por suerte presente en numerosas grabaciones.