Esta Navidad deja que tus hijos jueguen a los videojuegos: la ciencia lo recomienda por una razón

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Los videojuegos han dejado de ser solo una fuente de entretenimiento para convertirse en una herramienta con potencial para mejorar la inteligencia infantil. Un estudio realizado por el Instituto Karolinska y la Universidad Libre de Ámsterdam ha revelado que dedicar tiempo a los videojuegos puede tener un efecto positivo en las capacidades cognitivas de los niños, incrementando su coeficiente intelectual en hasta 2,5 puntos por encima de la media tras dos años de seguimiento.

La investigación, publicada en Nature Scientific Reports, analizó a 9.000 menores estadounidenses de entre 9 y 10 años. Estos niños fueron evaluados mediante pruebas psicológicas para medir su capacidad cognitiva. Según los resultados, aquellos que jugaron videojuegos durante más tiempo presentaron una mejora significativa en habilidades como el razonamiento flexible, la memoria y el procesamiento visual-espacial, mientras que actividades como ver televisión o usar redes sociales no mostraron un impacto relevante.

Los autores del estudio destacan que los videojuegos promueven habilidades necesarias para resolver problemas, adaptarse a nuevos escenarios y planificar estrategias. Estas características los convierten en una herramienta valiosa para estimular el desarrollo intelectual, especialmente en edades tempranas. “Nuestros resultados respaldan la afirmación de que jugar videojuegos puede ayudar a mejorar la inteligencia”, declaró Torkel Klingberg, profesor de neurociencia cognitiva del Instituto Karolinska.

La influencia de los videojuegos en el desarrollo cognitivo

No obstante, la investigación subraya que el impacto positivo está condicionado a un uso moderado y responsable. Factores como el tipo de videojuegos, la duración del tiempo de juego y la combinación con otras actividades resultan determinantes para maximizar sus beneficios y evitar posibles efectos adversos en aspectos como el sueño o la actividad física.

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C. M.

El estudio presenta limitaciones, como la falta de diferenciación entre tipos de videojuegos y la ausencia de análisis en otros países. Además, el tiempo frente a la pantalla fue autoevaluado por los participantes, lo que podría introducir ciertos sesgos. A pesar de ello, los resultados ofrecen un marco prometedor para explorar el papel de los videojuegos en el aprendizaje y el desarrollo cognitivo.