#5 - ¿Quieres que tu vida mejore? Rodéate de personas que te acerquen a lo que quieres ser

Cuando se cierra una puerta siempre se abre una ventana.

Hace unos 3 años y medio se me cerraron varias puertas en forma de proyectos personales y profesionales, que tuvieron un final abrupto casi al mismo tiempo.

Mi motivación estaba por el suelo, junto con mi capacidad de concentración, así que empleé lo poco que quedaba en la reserva en mantenerme funcional mientras encontraba un nuevo camino. Curiosamente, la ventana que se abrió fue un viaje de 4 horas en coche con uno de mis compañeros en mi nuevo equipo, que tiene la certificación de coach personal y me habló de su experiencia en el Centro de Coaching Europeo . Se ve que fue muy convincente, porque a los pocos días me matriculé y en ese momento de mi vida tan gris encontré una pequeña fuente de motivación.

Esperaba que los contenidos me resultasen interesantes, pero no había previsto encontrar a personas que acabasen por tener tanto impacto en mí.

Las dinámicas del curso te permitían hacer sesiones prácticas con alumnos de otros grupos y tuve la suerte de coincidir en una de ellas con Teresa Capdevila . Tuvimos una breve interacción donde interpretamos los roles de cliente y coach que nos resultó positiva, así que decidimos continuar con las sesiones cada 2 o 3 semanas. Al principio intentábamos seguir la metodología que nos proponía la escuela de coaching, pero después de un tiempo pasó a ser una charla de amigos.

Sin esas conversaciones con Tere, dudo mucho que estuvieras leyendo estas palabras. Su confianza en mí en momentos donde yo mismo flaqueaba acabó siendo un factor decisivo.

Cuando empezamos a hablar le comenté algunas de mis ideas difusas, como aprender a comunicar mejor o grabar un podcast, y ella trató de ayudarme proponiéndome que diera una charla para una agrupación de empresarias de su ciudad.

Me planteó el reto y no puedo estar más agradecido. Sin embargo, esa charla nunca ocurrió, en gran medida porque yo no estaba preparado. Una pregunta me rondaba la cabeza constantemente, ¿de qué podría hablarles? Lo que se me iba ocurriendo me parecía tremendamente absurdo y vacío. Necesitaba algo que contar. Una buena historia que no tenía, así que dejé pasar esa oportunidad.

Pasaron unos cuantos meses hasta que le conté a Teresa lo que sentí cuando pensaba en dar aquella charla a su grupo de empresarias. Estaba tan inseguro con respecto al valor que podría aportarles, que sencillamente me escondí y no fui a por ello. Me paralicé. Pero ella, insistente como es, me volvió a retar. Me dijo que retomara la idea de la charla, y ante esta segunda oportunidad solo pude responder que sí, aunque fuera un sí con condiciones.

Esta vez tenía que poner detrás el trabajo necesario para que al estar plantado delante de una audiencia pudiera sentirme satisfecho, tanto con el contenido que iba a transmitir como con la forma de contarlo. Esta vez crearía algo de lo que me sintiera orgulloso.

Así que me puse a escribir artículos cortos con una temática común para enfrentarlos con el mundo y descubrir si hay algo positivo en ellos.

Escribí durante meses sin compartirlo con nadie para saber si era capaz de comprometerme con un artículo semanal, hasta que un día me armé de valor y le di al botón de publicar. 

A veces no necesitas más que un pequeño empujoncito y tener la suerte de que te pille en el lugar y en el momento adecuado. Tere me ofreció esta segunda oportunidad en un momento en el que me sentía con una base mucho más sólida y contaba con la energía necesaria para sacar este proyecto adelante.

Tener en tu vida la influencia de personas competentes que te impulsan a ir hacia delante es particularmente crítico para mantener la inercia positiva cuando tu motivación flaquea.

Rodéate de personas que te acerquen a lo que quieres ser.