Enmascarados y sin embargo, empáticos

Cuando acudimos a un supermercado, a un banco o a una farmacia, ya no podemos ver la sonrisa del dependiente o del gestor. Si algo cambió nuestras relaciones personales y particularmente, las relaciones con el cliente, fue la mascarilla. Hoy en día, muchos de nuestros gestos y emociones, están enmascarados.

Si la mejor forma de expresar empatía es con la sonrisa, ¿Cómo expresar empatía con un rostro cubierto donde sonreímos?

Los ojos, el tono de voz, las manos y la postura corporal son ahora los medios que tenemos para transmitir calidez, cercanía y empatía. En estos tiempos, cuando el cliente se muestra ansioso en proteger su salud, podemos hacer que se sienta confiado, tranquilo y seguro. Y esto parte desde la empatía.

Con los ojos: Una clave para mostrar empatía es con la mirada: Sonriamos con los ojos: tengamos la conciencia que ahora no transmitimos la sonrisa desde la boca, que no se ve sino desde la mirada. Con un espejo podemos comprobar cómo mirar con tranquilidad y sonreír desde los ojos. Cuando estos se “achinan" un poquito –activando cientos de micro movimientos musculares- están sonriendo.

Con la voz: si hablamos bajito, subamos un poco el volumen o sonaremos como el robot de una película futurista.

Modulemos el tono como si estuviéramos hablando ante un público: que el ritmo de las palabras sea hacia arriba y hacia abajo, evitando que éstas salgan con ritmo monótono.

Hagamos pausas entre las frases. Así damos tiempo al interlocutor para que asimile el mensaje.

Vocalicemos: pronunciemos con claridad para que salgan nítidas nuestras palabras. Poner énfasis en el saludo, el inicio de una frase, o un mensaje importante le dará “color” a nuestra comunicación.

Los gestos del cuerpo: cuidemos los movimiento de manos, brazos y postura corporal, representan más de la mitad de la comunicación; estando ésta, limitada, son nuestros aliados para expresarnos mejor.

Dirigir y “abrir” las manos y brazos en dirección hacia el otro, con ligero bamboleo de las manos, según vamos hablando, dará énfasis a nuestras palabras y captaremos la atención de la persona.

En cuanto a la postura, un acto inconsciente que solemos hacer es inclinarnos hacia atrás pues vemos en el otro, una amenaza a nuestra salud. Evitemos ese gesto defensivo pues transmite miedo y desconfianza a la persona. 

¿Merma el miedo a la empatía?

Hoy en día, muchas personas, al sentir amenazada su salud, viven con miedo. Esta es una emoción productiva en tanto nos alerta de un peligro pero si experimentamos el miedo de forma continua y sin control, creará ansiedad en nuestro organismo y bajará nuestras defensas. Además, contagiaremos este perturbador estado a quienes nos rodean -las emociones son contagiosas- perdiendo la conexión más importante con los clientes: la empatía.

Una práctica efectiva para regresar a la tranquilidad es la respiración de calidad: inhalar 4 segundos y exhalar 6 segundos antes de ponerse la mascarilla; así “prevenimos la aparición de un patrón rápido de respiraciones”; como indica el Dr. Pedro González, especialista en Medicina Preventiva.  

Esta respiración de calidad, además la podemos realizar en casa, en un sitio tranquilo, sin ruidos, con poca luz, sentados o tumbados, aquietamos la mente y practicamos la respiración que descargará la presión del día a día y regresaremos a un estado de tranquilidad.

Finalmente, comentarles que la práctica asentará estos hábitos, valiosos para todos y especialmente para quienes atienden clientes. Que no nos sientan fríos y distantes. Podemos expresar empatía a pesar de la mascarilla. Y cuando ya no haga falta llevarla, tendremos más recursos para expresarnos con empatía: desde la sonrisa bucal, la de los ojos, la empatía de los brazos, las manos y la postura.... habremos aprendido algo más.