La era GPT ya está terminando

A new form of AI has emerged. The successor to ChatGPT, this model boasts fully developed reasoning capabilities. Instead of merely predicting words, it "thinks" in a structured way to tackle complex problems. It promises to help us address climate change and explore space. 

(English adaptation at the end)

Una nueva forma de IA ha nacido. Sucesora del ChatGPT, y con poderes de razonamiento plenamente desarrollados, en lugar de limitarse a predecir palabras, “piensa” de manera estructurada para resolver problemas complejos. Nos ayudará a arreglar el clima y a colonizar el espacio.

La inteligencia artificial (IA) ha alcanzado un nuevo hito con la llegada del modelo o1 de OpenAI, un avance que promete cambiar no solo cómo interactuamos con las máquinas, sino también cómo entendemos la inteligencia misma. Si los modelos anteriores se limitaban a imitar patrones humanos a través de la predicción estadística, o1 da un paso más: busca razonar. Según The Atlantic, este salto tecnológico representa "un juego completamente diferente" y una "mejora genuina".

Durante años, los sistemas de IA han funcionado como “loros estocásticos”, algoritmos que, tras analizar ingentes cantidades de datos, generan respuestas calculadas pero desprovistas de una comprensión real. Este enfoque ha sido extraordinariamente útil, permitiendo crear textos, imágenes y hasta videos convincentes. Sin embargo, su límite siempre ha sido claro: carece de auténtico razonamiento. 

Nuevo nivel

o1 pretende romper esa barrera. Su diseño incorpora una capacidad para explorar múltiples soluciones, evaluarlas y, en cierto sentido, aprender en tiempo real. En lugar de limitarse a predecir palabras, este modelo “piensa” de manera estructurada para resolver problemas complejos.

A título de ejemplo, podemos decir que no solo memoriza jugadas de ajedrez para aprender, sino que comprende la estrategia que puede llevar al jaque mate. Es un intento por acercar las máquinas a la forma en que los humanos procesamos y navegamos por el mundo: a través de hipótesis, ensayo y error, y de razonamiento lógico. 

Más preguntas

Este avance tiene implicaciones profundas. Primero, redefine qué entendemos por inteligencia artificial. Ya no hablamos solo de herramientas que ayudan en tareas específicas, sino de sistemas que pueden colaborar con nosotros en problemas multidimensionales, desde la investigación científica hasta la gestión de sistemas complejos.

Segundo, plantea nuevas preguntas éticas y técnicas: ¿qué pasará cuando estas máquinas superan nuestra capacidad de ver y evaluar todas las posibilidades? 

Carísimo

Pero no todo es optimismo. Modelos como o1 requieren cantidades masivas de recursos energéticos y financieros, lo que los hace difíciles de escalar sin consecuencias ambientales: un centro de datos para estos modelos requiere la energía generada por cinco reactores nucleares grandes para dar servicio a unos tres millones de hogares. Y eso a pesar de que siguen siendo limitados en tareas que no ofrecen una métrica objetiva clara, como interpretar emociones humanas o generar creatividad genuina. 

Y la clave de todo: hace solo seis años, la IA devoraba frenéticamente modelos GPT. Entonces apareció ChatGPT y pareció que por fin habíamos encontrado el colaborador perfecto para escribir mensajes de texto y crear imágenes y videos increíbles. Ahora resulta que esa IA ha evolucionado y que, en teoría, puede ayudarnos a resolver el clima y a colonizar el espacio razonando casi como nosotros. De eso estamos hablando.

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English adaptation

The End of the GPT Era

Artificial intelligence (AI) has reached a groundbreaking milestone with the introduction of OpenAI’s o1 model. This innovation is poised to transform not only how we interact with machines but also how we conceptualise intelligence itself. While previous models relied on statistical predictions to mimic human patterns, o1 takes a bold step forward: it aims to reason. According to The Atlantic, this technological leap is “a completely different game” and represents “a genuine improvement.” 

For years, AI systems have operated as “stochastic parrots,” algorithms that process vast datasets to generate responses that, while impressive, lack true understanding. This approach has proven immensely useful, enabling the creation of convincing texts, images, and even videos. Yet its limitations have always been clear: the absence of real reasoning. 

A New Level 

The o1 model seeks to overcome this barrier. Designed to explore multiple solutions, evaluate them, and, in a sense, learn in real-time, it breaks away from the constraints of simple word prediction. 

To illustrate, it does not merely memorise chess moves but understands the strategies that lead to checkmate. This represents an effort to bridge the gap between machine and human cognition, emulating the way humans hypothesise, experiment, and apply logical reasoning. 

Raising New Questions 

This advancement carries profound implications. Firstly, it redefines what we mean by artificial intelligence. No longer just tools for specific tasks, these systems are now potential collaborators in solving multidimensional challenges, from scientific research to managing complex systems. 

Secondly, it raises ethical and technical questions: what happens when machines surpass our capacity to foresee and evaluate all possibilities? 

The High Cost

Yet, this progress comes with a price. Models like o1 demand vast energy and financial resources, making them challenging to scale without environmental consequences. For instance, a single data centre for such models requires energy equivalent to that produced by five large nuclear reactors—enough to power three million homes. Despite these advancements, such models remain limited in areas lacking clear objective metrics, such as interpreting human emotions or generating truly original creativity. 

The Turning Point 

Just six years ago, AI was consumed with GPT models. Then ChatGPT emerged, seemingly the perfect collaborator for writing, generating images, and producing remarkable videos. Now, that AI has evolved, and it could theoretically help us tackle climate change and colonise space—reasoning almost like we do. That’s what we’re talking about.

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