La trampa de la innovación

La trampa de la innovación

Son innumerables los artículos de opinión, columnas de periódico y blogs, dedicados a la innovación. Al parecer no hay mucho que aportar que no se haya dicho ya. Carreras universitarias, diplomados, maestrías con nombres que incluyen la palabra “Innovación”. Nuevas gerencias o departamentos dedicados a la innovación en varios sectores empresariales e instituciones estatales dedicadas al apoyo de iniciativas innovadoras. Un sinfín de propuestas que resaltan éste término en todos los ámbitos a casi todos los niveles.

Dicho esto, pareciera que estamos ante un fenómeno nuevo, un mainstream que influye en los ámbitos antes mencionados y que se ha convertido, de una u otra manera, en un tipo de panacea para muchos. En ese sentido, hay que decir que independientemente de los aportes, en el lejano 1911, del economista austro-estadounidense Joseph Alois Schumpeter en su libro Theorie der wirtschaftlichen Entwicklung (Teoría del desenvolvimiento económico) respecto al papel de la innovación en el desarrollo económico como creador de nuevos mercados, esto es más antiguo de lo que uno se imagina.

La innovación ha estado introducida en las diferentes sociedades a través de la historia de la humanidad.

Este artículo no pretende ser un estudio sociológico de la evolución de la innovación en la historia de las sociedades, ni menos de los factores sociales, culturales o económicos que generaron gestas innovadoras en diferentes épocas de la historia. Sino una síntesis de cómo la innovación es y siempre será un valor natural que se encuentra en todas las personas pero que necesita de una serie de reactivos para activarla.

Hablando desde mi propia experiencia local (Perú), he tenido la oportunidad de sostener reuniones con varias personas en cafés, patios de comida rápida, empresas, para escuchar ideas “innovadoras”. Sin embargo, he reconocido un común denominador en todas estas reuniones: muchas de estas ideas, o existían (valgan verdades con un mayor despliegue que la idea que se presentaba) o no era una idea que respondiera a una necesidad real para el país o sociedad en la que se quería aplicar. Entonces, vale hablar de varios cuestionamientos respecto al estado de la capacidad innovadora local: ¿Existe una saturación de ideas innovadoras? ¿Hay una persona pensando en la misma idea que la de otra persona en algún otro lugar fuera o dentro de Perú? ¿Seguiremos viendo las noticias o leyendo el periódico y diciendo que la idea de desarrollar una aplicación para conectar taxis con personas se nos hubiera podido ocurrir a nosotros? Evidentemente, la respuesta a todos estos cuestionamientos es “No”, es decir la capacidad innovadora en Perú sigue vigente e intacta a pesar de ser un país en constante cambio. En efecto, en esa transformación vertiginosa de la sociedad, siempre se van mostrando nuevas necesidades que requieren de una idea innovadora que se concentre en la causa raíz de un problema para ser resuelta y que pueda ser desarrollada localmente.

Para redondear la idea ¿Todos podemos ser innovadores o realmente requerimos de un curso de innovación o trabajar en un área de innovación? La innovación la tenemos en nuestro ser en potencia. En la práctica hay dos elementos que se necesitan para empezar a ser innovador: valores propulsores y un ecosistema que promueva la innovación.

Valores propulsores (Tres para empezar)

  1. Técnica: Se necesita tener el conocimiento técnico para poder realizar una innovación o por lo menos rodearse de las personas que lo tengan.
  2. Disciplina: Para poder conseguir la innovación es necesario ser disciplinado con lo que sea necesario para alcanzar los objetivos.
  3. Perseverancia: No hay mejor ejemplo para entender por qué la innovación está relacionada a la perseverancia, que el mismísimo Thomas Alva Edison, el inventor de la bombilla incandescente de alta resistencia, quien tuvo que intentar 1,000 veces para que pueda llegar a su producto final:

Ecosistema que promueva la innovación

Ninguno de los valores mencionados necesariamente funcionarían si es que no hay un ecosistema de innovación en el que se promuevan nuevas ideas y que estas se puedan poner en práctica con "destrucción creativa", que en palabras de Schumpeter no es mas que el "proceso de mutación industrial que incesantemente revoluciona la estructura económica desde adentro, destruyendo incesantemente la antigua, creando incesantemente una nueva".

En conclusión, la trampa de la innovación está en creer que una matrícula en un curso de innovación o dirigir un departamento de innovación te hace innovador. Probablemente ayude mucho pero no es determinante. Los valores propulsores que mencioné y un ecosistema de innovación, si que serán determinantes para poder alcanzar una idea innovadora.

Oscar Saco M.

Digital Transformation & Innovation | Artificial Intelligence, STEM Education and Interactive Gaming entrepreneur | Florida, USA

3y

Interesante artículo Isaac ... cómo diferencias la Innovación de Creatividad? veo que también se mezclan estos conceptos

Jorge Quiroz Bravo

Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas

3y

Me gustaría saber a quienes consideras los innovadores de este siglo. Gracias

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