Lecciones de Liderazgo y Aprendizaje Colaborativo desde la Juventud

Lecciones de Liderazgo y Aprendizaje Colaborativo desde la Juventud

Durante mi niñez y parte de mi adultez, tuve la fortuna de formar parte del movimiento Scout. Comencé como Lobato y más tarde me convertí en Jefe de Clan, guiando a jóvenes mayores de 18 años. Años después, reviví esta experiencia al acompañar a mi hija en su propia aventura Scout. Este movimiento, fundado por Baden-Powell, busca fomentar el aprendizaje a través de metodologías y modelos distintos, muchos de los cuales resultan disruptivos, divertidos y profundamente significativos.

En el movimiento Scout, las "ramas" dividen las diferentes etapas de desarrollo de los jóvenes, desde la niñez hasta la adultez temprana. Este enfoque permite una interacción constante entre pares, creando un ambiente en el que aprender juntos se convierte en una experiencia transformadora.

El Poder de la Educación por Pares

Uno de los periodos que más me marcó fue trabajar con jóvenes entre los 14 y 17 años. Esta etapa, conocida por su rebeldía y su aparente desinterés en escuchar a figuras de autoridad, revela algo fascinante: los pares tienen un poder ineludible como influencia, ya sea positiva o negativa. En el contexto Scout, la educación por pares brilla a través de tres roles fundamentales: mentor, tutor y mediador.

  • El Mentor: Inspirador y guía, el mentor acompaña desde la experiencia y ayuda a los demás a encontrar claridad en sus metas. No dicta, sino que comparte vivencias y aprendizajes que iluminan el camino de otros.
  • El Tutor: Este rol es más técnico, enfocado en enseñar habilidades específicas, como armar una carpa, navegar con una brújula o planificar una actividad. El tutor domina el "cómo" y lo transmite con paciencia.
  • El Mediador: En los momentos de conflicto o malentendidos, el mediador actúa como puente, fomentando la comunicación y la empatía entre pares. Su intervención permite resolver tensiones y fortalecer los lazos del grupo.

Estos roles no son títulos ni cargos asignados formalmente. Surgen de manera natural durante campamentos, actividades recreativas y competencias, y muchas veces se materializan en conversaciones informales. Es en esos diálogos donde los jóvenes, al escuchar a sus iguales, encuentran orientación para tomar decisiones más conscientes y acertadas.

¿Por Qué Perdemos Esto en la Adultez?

Con el paso del tiempo, la educación por pares parece desvanecerse. La vida adulta, marcada por las exigencias laborales, familiares y personales, nos aísla. La falta de espacios comunes y la tendencia a priorizar la independencia sobre la colaboración nos alejan de esta valiosa forma de aprendizaje.

Sin embargo, al reflexionar sobre mi experiencia Scout, me pregunto: ¿por qué no retomamos esta metodología? Ser mentor, tutor o mediador no debería ser exclusivo de los jóvenes. Superar las barreras del ego y buscar en nuestros iguales apoyo, consejo o simplemente una visión diferente, podría ayudarnos a desbloquear retos personales y profesionales.

La educación por pares no es solo un recuerdo nostálgico de la juventud; es una oportunidad para construir comunidades de aprendizaje entre adultos. Al abrirnos a escuchar, compartir y colaborar con otros, podemos mejorar nuestra toma de decisiones y enfrentar desafíos con mayor sabiduría.

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