Neurodiversidad en el trabajo: Un desafío y una oportunidad.
En un mundo empresarial que se esfuerza por ser más diverso e inclusivo, un grupo significativo suele pasar desapercibido: los adultos neurodivergentes sin diagnóstico formal. Este término engloba a personas cuyo cerebro procesa la información de maneras distintas debido a condiciones como el TDAH, el autismo, la dislexia o la alta sensibilidad, pero que no cuentan con un diagnóstico formal y, en muchos casos, han aprendido a adaptarse a un sistema que no siempre los entiende.
La inclusión en los procesos de capacitación
La capacitación empresarial es una herramienta clave para desarrollar habilidades y fomentar la productividad. Sin embargo, ¿se consideran los diferentes estilos de aprendizaje que pueden tener las personas neurodivergentes? En muchas organizaciones, los programas de formación siguen modelos rígidos, diseñados para un "aprendiz promedio" que rara vez existe. Esto deja fuera a quienes necesitan enfoques más dinámicos o flexibles para absorber información.
Por ejemplo, mientras una persona neurotípica podría retener conceptos clave a través de una conferencia magistral, alguien con TDAH podría requerir materiales visuales, pausas frecuentes o actividades interactivas. De igual forma, quienes son altamente sensibles pueden encontrar abrumadoras las dinámicas grupales intensas, mientras que las personas con autismo podrían beneficiarse de instrucciones claras y estructuradas.
Expectativas y resultados profesionales
El problema no termina en los procesos de aprendizaje. Muchas organizaciones aún miden el desempeño profesional bajo estándares homogéneos, sin considerar que los neurodivergentes pueden llegar al mismo resultado de maneras distintas o con ritmos variables. Esto perpetúa la idea de que quienes no encajan en el molde son menos competentes, cuando en realidad tienen perspectivas únicas y valiosas que aportar.
La inclusión no es solo cuestión de números; se trata de valorar y potenciar la diversidad cognitiva. Al adaptar los procesos de capacitación y las expectativas profesionales para incluir a los neurodivergentes, las empresas no solo promueven la equidad, sino que también desbloquean un enorme potencial creativo e innovador que, hasta ahora, podría estar siendo desaprovechado. ¿Cómo podemos mejorar?... ¿Estamos listos para este cambio? La respuesta debería ser un rotundo sí.