Cuando la vergüenza se pierde triunfa “el vale todo”

Cuando la vergüenza se pierde triunfa “el vale todo”

“Cuando la vergüenza se pierde, triunfa “el vale todo” presenta perfectamente la idea de cómo la ausencia de límites éticos abre la puerta al caos moral y a la falta de escrúpulos.

Vivimos en una época en la que, para muchos, las palabras han perdido su peso y los compromisos su valor. **La política, ese espacio que debería ser la síntesis de la representación ciudadana y la búsqueda del bien común, parece haberse transformado en un teatro donde todo vale, sin vergüenza y con demasiados sinvergüenzas.

Los discursos son grandilocuentes, cargados de promesas y principios, pero se desmoronan rápidamente ante los primeros signos de conveniencia o poder. Las normas de conducta, que antaño marcaban límites claros, ahora son moldeadas o directamente ignoradas según las circunstancias. El resultado es un panorama donde la mentira y la hipocresía no solo son toleradas, sino que parecen haberse institucionalizado

No se trata solo de la corrupción económica, aunque esa sea la cara más visible. Es también una corrupción ética, una traición cotidiana a los valores que deberían sostener la vida pública. Actuar sin vergüenza ya no es un desliz, sino una estrategia; una herramienta para avanzar en una carrera donde la palabra y la integridad son obstáculos más que virtudes.

El teatro donde vale todo

El problema no es nuevo, pero lo que sorprende es la naturalización de estas conductas. Los ciudadanos observamos, muchas veces con resignación, cómo los políticos dicen una cosa y hacen otra, sin siquiera sonrojarse. Pareciera que, en el juego del poder, todo vale: desde las promesas vacías hasta las alianzas improbables que traicionan los ideales pregonados.

Pero esta falta de vergüenza no sería posible sin la existencia de los sinvergüenzas, aquellos que han decidido que las reglas no aplican para ellos. Son los que manipulan, prometen y traicionan, confiados en que la memoria colectiva es breve y la indignación pasajera.

La pregunta es: ¿cómo llegamos hasta aquí? Y, más importante aún, ¿cómo salimos?

Quizás el primer paso sea recuperar el valor de la palabra, no solo en los políticos, sino también en la ciudadanía. Exigir rendición de cuentas, no permitir que el cinismo se instale como norma y, sobre todo, no aceptar que el “todo vale” sea la regla de juego.

Porque sin vergüenza, todo pierde sentido. Y si los sinvergüenzas siguen marcando el camino, nos alejamos cada vez más de lo que significa vivir en una sociedad justa, equitativa y verdaderamente democrática.

Fin del Artículo


** Política también podría aplicarse a la política que ejercen los directivos de empresas, instituciones y organizaciones

Dr. Graciela Mosqueda

Strategic Consultant at WESSX

1mo

Excelente! Cada vez es más repugnante el mundo político

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Coincido Horacio, muy buen articulo !

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