No todo van ser micheladas

No todo van ser micheladas

Los estadounidenses viven obsesionados con los refrescos, y en particular con la Coca-Cola. Como pasa con los europeos con el vino, aman los productos exclusivos o especiales.

Uno de estos gran reserva de los refrescos, es la Coca-Cola fabricada en México. En Estados Unidos es reconocida como una delicatessen, muy superior al producto habitual, y cuenta con unos altos niveles de ventas, a pesar de ser más cara.

¿Por qué ocurre este fenómeno?

A primera vista, podría parecer que se trata de una tendencia alimentada por los inmigrantes mexicanos que buscan este producto por nostalgia, por volver a tener una conexión con sus raíces. Probablemente este fuera el comienzo, pero hoy va mucho más allá.

En los años 80s, América del Norte empezó a incentivar el uso de jarabe de maíz alto en fructosa como un sustituto a la sacarosa (azúcar de caña tradicional). Se abarató el jarabe de maíz con subvenciones y se encareció la importación de sacarosa con impuestos para apoyar a la enorme masa de agricultores del país. Con estos incentivos, la mayoría de la industria alimentaria retiró de sus fórmulas la sacarosa y la sustituyó por jarabe de maíz.

Este cambio generó un rechazo en los consumidores habituales, que encontraron en la Coca-Cola mexicana el sabor de siempre y un refugio sensorial lleno de recuerdos.

Pero... ¿realmente podemos diferenciar el sabor del jarabe de maíz frente al de la sacarosa?

No, no podemos. Ambos son productos refinados que carecen de aroma y de los que percibimos sabores dulces. Existen diferencias en la intensidad de sabor, pero ante una cata a ciegas, no podríamos diferenciarlos.

Entonces ¿es todo una sugestión colectiva?

No necesariamente. Al sustituir el azúcar, Coca-Cola tuvo que cambiar la fórmula, y el resultado final pudo no ser tan satisfactorio. Parece que desde aquella época han ido optimizando la receta y hoy en día la aceptación de la estadounidense es incluso mayor que la mexicana en una evaluación sin conocer cuál es el producto.

Aun así, la Coca-Cola mexicana sigue siendo muy popular y reconocida como un producto de alto nivel, en parte gracias a una buena estrategia comercial. Se comercializa en botellas de vidrio, frente al plástico o al aluminio de su versión estadounidense. Además, en su packaging se remarca que está fabricada en México.

Esta lucha entre Coca-Colas nos enseña que el sabor puede ser clave para mantener el liderazgo durante décadas, incluso cuando lo tienes todo en contra.

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