En el día de la adopción
Los niños, niñas y adolescentes de nuestro país deberían crecer siempre en un ambiente familiar que los acoja, en un clima de amor y comprensión para que puedan desarrollar armónicamente su personalidad. El Estado y la sociedad, en general, deberían velar por que cada familia pueda criar, educar y corregir a sus hijos e hijas y ayudarlos en los problemas y en situaciones de necesidad.
Sin embargo, a veces los padres no pueden hacerse cargo responsablemente de ellos y manifiestan su voluntad de entregarlo en adopción a extraños, modificando radicalmente la estructura familiar. En otras, los niños se encuentran en situación de desamparo, uno o ambos progenitores se encuentran inhabilitados física o moralmente; los han desatendido afectiva o económicamente, los han entregado a instituciones de protección o bien los han abandonado. El Estado tiene la obligación de protegerlos y asistirlos.
En Chile, esto se concreta por medio del acogimiento familiar, la adopción y la permanencia en una institución. Las cifras a enero de 2024 indican que 9115 niños han sido atendidos en programas de familias de acogida; 4853 en programas de cuidado alternativo residencial; 25761 atendido en oficinas de protección de derechos.
Estas cifras nos conducen a preguntarnos cómo podemos ayudar a nuestros niños. Ellos están expuestos a condiciones adversas y de amenaza por desamparo o institucionalidad prolongada, requieren de una familia a su alrededor para recuperar la confianza en si mismos y en los demás. El proceso se inicia al momento que es separado de su familia de origen, continua con su inserción en la familia adoptiva que le otorga un espacio de vinculación confiable y la posibilidad de recuperar su historia personal. Esta es la posibilidad que brinda la adopción “un camino hacia la reparación y la construcción de una vida”.
En este día del niño que esta por nacer y la adopción podemos valorarla, ya sea en su variante de entrega o desamparo, como aquella que permite incorporar como hijo a un niño, niña o adolescente, en una familia que satisface sus necesidades espirituales y materiales, si no pueden ser proporcionadas por su familia de origen.
Yasna Otarola
Directora de Estudios
Instituto de Ciencias de la Familia UANDES
