PUIG, TODO UN EJEMPLO DE CÓMO AFRONTAR LA SUCESIÓN EN UNA EMPRESA FAMILIAR
Lo que una empresa disponga de un buen gobierno no es sólo una facultad exclusiva de las grandes empresas cotizadas, puesto que las empresas familiares también pueden disfrutar de las ventajas de tenerlo y es bueno y necesario que sea así porque estas últimas siguen siendo mayoritarias en todo el mundo y su impacto económico y social es enorme.
Las empresas familiares pueden tener accionistas de control que pueden promover o frenar al buen gobierno, y en definitiva la proyección de la empresa a largo plazo. De hecho, en Europa tenemos un buen grupo de empresas familiares muy bien gestionadas y que se encuentran entre las líderes mundiales en sus sectores.
La reciente y exitosa salida a bolsa de la catalana Puig, empresa familiar en tercera generación, con un capital hasta entonces, en manos de la familia, es una magnífica noticia, viniendo a ser a la vez, un buen ejemplo para entender las características una empresa familiar capaz de perdurar en el tiempo.
La reciente experiencia de Puig presenta algunas características de gran interés. La primera es la existencia de unos accionistas comprometidos en torno a un proyecto empresarial, con unidad sobre propósito de la empresa y con unos lazos de cariño y respeto mutuo por encima de las lógicas diferencias de puntos de vista, cosa totalmente atípica, puesto que de media el 80% de este tipo de empresa no sobrevive a la tercera generación.
Puig, en 1998, superó con éxito el paso de la segunda a la tercera generación, decidiendo con generosidad, la segunda generación, dejar a cargo de la tercera generación sus posiciones en el consejo de administración y la gestión del empresa. En Puig la unidad de los accionistas en torno al proyecto se vio reforzada con la actitud de los cuatro hermanos de segunda generación, quienes a la vez definieron unos principios de gobierno por la empresa: 1. Cada generación debía pensar cómo mejorar el legado empresarial recibido y pasarlo a la siguiente generación 2. Autolimitación del poder de la familia como accionista y la consiguiente profesionalización de los órganos de gobierno y gestión. El consejo de administración, en el momento de la salida a bolsa, los consejeros independientes ya eran mayoría. 3. Orientación al largo plazo de la empresa, con objetivos ambiciosos y factibles. Un buen gobierno exige a su vez una buena gestión, lo que le permite competir con empresas globales de mayor tamaño con enfoques innovadores y diferentes que le ha permitido conseguir una cuota de mercado mundial relevante y unos crecimientos en ventas y beneficios durante los últimos años superiores a sus competidores. Hitos que ha conseguido gracias a la contratación y retención de talento a nivel internacional, configurando un equipo directivo de primer nivel en un sector muy competitivo. Todo un ejemplo de cómo la empresa familiar debe afrontar la peligrosa barrera de la sucesión.
Dr. Josep M. Sole Fauste
