Publicación de Julián Cuevas Cervantes

Ayer se celebró el Día Internacional del #Tequila (por cierto, enlutado por la explosión en una empresa tequilera un día antes), y mucha gente en México ni se enteró. ¿Por qué será esto si se supone que es un gran orgullo nacional? Primero, porque la celebración, aunque usted no lo crea, empezó en los Estados Unidos hace más de una década. En México, apenas en 2018 se había definido que fuera el tercer sábado de marzo de cada año, pero al parecer ahora ha quedado uniformado el 24 de julio. Segundo, porque en realidad la bebida ha ido perdiendo mucha de su riqueza tradicional y se ha convertido en una mercancía más, en una bebida más. Más de la tercera parte del valor de la industria, cuatro o cinco de las más conocidas -y valiosas- marcas son propiedad de grandes grupos extranjeros. Esto no es menor, las marcas son de origen mexicano, pero ya no son mexicanas, es decir las decisiones se toman en corporativos en otros lugares del mundo, como un producto más de su “portafolio”. La tradición es lo de menos, aunque su comunicación y promoción -que no marketing- afirme lo contrario. Y tercero, porque en México no existe un verdadero ecosistema del #agave, no del tequila, del agave que debería ser lo verdaderamente importante. En breve escribiré un poco más acerca de lo que sería un verdadero #ecosistema del agave (y un “spoiler”: no, no me referiré al mentado Silicon Valley como ejemplo)

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