En México, septiembre es conocido como el mes del Testamento, una iniciativa que busca fomentar la cultura de la previsión y la responsabilidad en la planificación patrimonial.
Durante este mes, se promueve la importancia de contar con un Testamento para asegurar que los bienes se distribuyan conforme a la voluntad del testador, evitando futuros conflictos legales y familiares. Sin embargo, en el contexto de las empresas familiares, debemos estar claros en que el simple acto de redactar un Testamento no resuelve la sucesión. Aunque esta herramienta es valiosa, es más importante entender que no es suficiente por sí sola para garantizar la continuidad y el éxito de la empresa a largo plazo.
Debemos ser conscientes de que en las empresas familiares no debemos solo preocuparnos por la sucesión patrimonial, sino tambien por la sucesión directiva, que aunque es igual de importante, la desatendemos a pesar de que están íntimamente relacionadas: de poco sirve heredar acciones de una empresa si quien las recibe no está preparado para gestionar el negocio de manera efectiva.
Imaginemos el siguiente escenario: un fundador deja en su Testamento la totalidad de sus acciones a uno de sus hijos. Sin embargo, si este hijo no ha sido preparado para asumir responsabilidades directivas o carece de la experiencia necesaria, el negocio puede sufrir considerablemente. La empresa podría verse debilitada por malas decisiones, falta de liderazgo, o incluso conflictos internos entre familiares que tienen diferentes visiones sobre cómo debería ser gestionada.
Por eso es vital que, además de pensar en la distribución del patrimonio, se institucionalice la empresa. Esto significa establecer estructuras sólidas y claras que trasciendan la figura del fundador, permitiendo que la empresa continúe operando con éxito, independientemente de quién esté al mando. La institucionalización puede incluir la creación de un consejo de administración, la elaboración de planes de sucesión directiva, y la implementación de procesos de toma de decisiones bien definidos.
Una empresa institucionalizada no solo asegura la continuidad operativa, sino que también facilita la transición entre generaciones. Si los futuros líderes están bien preparados y la empresa tiene una estructura que respalde su crecimiento, la sucesión directiva se realizará de manera más fluida y con menos riesgos. De esta forma, la empresa no solo sobrevive al cambio generacional, sino que también se fortalece.
En resumen, aunque el Testamento puede ser un componente importante en la planificación de la sucesión patrimonial, no debe considerarse como la solución integral para la continuidad de la empresa familiar.
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6 mesesFelicitaciones. Me parece un excelente servicio y muy necesario.