Publicación de Pilar Aliaga Marco

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Gestión, diseño y organización de eventos | Comunicación corporativa | Marketing

El poder de ser invisible. Promociónate. Habla con todo el mundo. Haz ruido... Que te vean. Esto puede ser el objetivo de casi cualquier empresa o participante en un evento. Pero NUNCA el del organizador. Un buen gestor de eventos tiene la capacidad única de hacerse invisible para casi todo el mundo. ¿Cómo Harry Potter? Sí ¿Cómo el Ratoncito Pérez? También ¿Cómo la dieta en Navidad? Tampoco te pases, que al menos nos tienen que hacer caso de vez en cuando. Me explico. Un evento puede tener como objetivo hacer ruido. Salir en prensa. Mover a cientos de personas. Ser compartido en redes. Y eso está bien. Pero el organizador. Al menos durante ese evento. No tiene que ser el protagonista. Lo será la marca, el producto o el ponente. Pero no el organizador. La clave es ser invisible para CASI todo el mundo. Los asistentes tiene que ver un evento que funciona perfecto. Que va solo. Tu cliente tiene que verte. Saber que siempre estás en el sitio indicado. Controlando. Es tan importante una cosa como la otra. Pasar desapercibido a la vez que das calma al cliente de que ante cualquier cambio, imprevisto o necesidad vas a estar dónde más se te necesita. Ayudándole. Aunque te parezca una tontería. Cuando dedicas tiempo, esfuerzo y dinero a crear un experiencia. No quieres un gestor que te quite el protagonismo, pero quieres que esté ahí para darte calma. Al final un organizador está para coordinar, guiar o resolver cualquier incidencia. Hacer que tu evento fluya. Que los asistentes disfruten. Y ser casi invisible.

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