Diario de València: Paralímpicos
Acabo de darme cuenta de que he dedicado más tiempo a ver secuencias de los Juegos Paralímpicos que se han celebrado en París que a los Juegos Olímpicos que se celebraron en julio en esta misma ciudad, y no era lo previsto. De hecho, mi interés por ver los deportes protagonizados por personas con diversidad funcional en este gran evento ha ido en aumento conforme han pasado los días. Es decir, he estado enganchado, y me fastidia mucho que hayan finalizado. En el caso de algunas pruebas he esperado a verlas en directo; otras las he encontrado “enlatadas” a través de plataformas digitales y redes sociales. Me ha sucedido algo que nunca me había ocurrido con las Olimpiadas; hay deportistas cuyas acciones he visualizado varias veces. Como esa tiradora de arco sin brazos que tiene una precisión impresionante, o algunos nadadores que no tienen brazos ni piernas pero que parecen peces, o esos saltadores con una sola pierna que vuelan sobre la barra, o esos corredores ciegos que destrozan marcas o esos levantadores de pesas sin extremidades inferiores que levantan el doble de su peso.
Ver las imágenes de esas mujeres y hombres con diversidad funcional, que podemos ver en ropa de deporte mostrando sus cuerpos con naturalidad y dispuestos a dar la batalla, debería ser obligado en todos los centros escolares del mundo, desde la infancia hasta la juventud. Mostrar a estos fabulosos deportistas en etapas formativas en acción sería una excelente aportación a la educación para inculcar el respeto al diferente y a aceptarnos como somos, seamos altos, bajos, guapos, feos, gordos, delgados, con nariz grande o pequeña o con la cabeza calva, como ejemplos. En paralelo, los profesores podrían explicar las historias personales de cada uno de estos atletas (hay decenas de miles), sus motivaciones, y de paso difundir los momentos brillantes protagonizados, así en los Juego Paralímpicos como en otras competiciones. Creo que podría ser una buena terapia para reducir el nivel de estupidez humana que inunda las redes sociales y que, además, no para de crecer. Una solución balsámica contra esa obsesión por una falsa perfección que está destrozando a personas, especialmente jóvenes, en todo el mundo; y son millones.
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Presidenta y fundadora Fundación TAMBIÉN
3 mesesMe encanta