Árboles para el futuro de las ciudades.

Se estima que, para el año 2050, dos tercios de la población mundial se encontrará viviendo en áreas urbanas, lo que traerá diversos retos y oportunidades al desarrollo urbano incluyendo, entre otros vulnerabilidad al cambio climático.

Por ello, al diseñar planes de desarrollo urbano, las autoridades locales deberían incorporar estrategias que permitan reducir las emisiones contaminantes y favorecer la resiliencia al cambio climático, en particular, dando atención a los espacios públicos tales como parques, áreas verdes y calles. Los vecindarios que cuentan con espacios públicos, infraestructura y transporte adecuados, estimulan la caminata, el uso de bicicletas, y otras formas de movilidad no motorizada amigable con el ambiente, reduciendo así las emisiones de carbono y la dependencia de combustibles fósiles.

Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el objetivo 11 (Ciudades y comunidades sostenibles) plantea, entre otras, las siguientes metas:

·      Para 2030, proporcionar acceso universal a espacios verdes y públicos seguros, inclusivos y accesibles, en particular para mujeres y niños, personas mayores y personas con discapacidad

·      Apoyar los vínculos económicos, sociales y ambientales positivos entre las zonas urbanas, periurbanas y rurales mediante el fortalecimiento de la planificación del desarrollo nacional y regional.

·      Para 2030, mejorar la urbanización inclusiva y sostenible y la capacidad para la planificación y gestión participativa, integrada y sostenible de los asentamientos humanos en todos los países.

A pesar de una creciente conciencia sobre la necesidad de reducir la contaminación, y los esfuerzos que se realizan para limpiar el aire, parece que las autoridades no dan suficiente crédito a la ayuda que pueden brindar los árboles en esta tarea. Por ejemplo, en Londres se destinaron más de un millón de libras a rociar las calles de la ciudad con un adhesivo que se supone fijaría los contaminantes en el suelo. Y en los Países Bajos se diseñó un purificador de aire gigante al que se llamó The Smoke Free Tower, lo cual resulta impresionante, pero hay una solución más simple y menos costosa: plantar árboles.

Los árboles en la ciudad ayudan a mejorar la salud pública de dos maneras, principalmente:

·      Remueven las partículas cuando el aire contaminado sopla a través de sus ramas. Las partículas se asientan sobre las hojas y cuando llueve el polvo es arrastrado hacia las canaletas para que no lo respiremos.

·      Enfrían la temperatura al proveer sombra y liberando agua a través de la fotosíntesis, lo que enfría las temperaturas de verano entre 2 y 4 grados Fahrenheit.

Un árbol puede absorber cada año hasta 150 kg de CO2 de la atmósfera, secuestrando este carbono mitigan el cambio climático. Los árboles proporcionan hábitat, alimento y protección a plantas y animales, aumentando la biodiversidad urbana.

Los árboles maduros regulan el flujo y mejoran la calidad del agua. Colocados correctamente alrededor de los edificios pueden reducir las necesidades de aire acondicionado en un 30 % y ahorrar la energía utilizada para la calefacción en un 20-50 %. No obstante, la efectividad de los árboles para limpiar y enfriar el aire alcanza alrededor de 30 metros, por lo que se necesita considerar cuidadosamente su ubicación.

Se puede maximizar la reducción de contaminantes plantando árboles en aquellos lugares donde la densidad de población y la contaminación del aire se superponen, pero también es necesario determinar qué tipo de árboles funcionarán mejor, considerando el ecosistema en el que se incorporarán. Por ejemplo, los olmos tienen hojas grandes y absorbentes y son muy efectivos para limpiar el aire y enfriar, pero sus raíces se extienden mucho y, además, son fuertes, por lo que es importante que estén a unos 10 metros (como mínimo) de cualquier cosa delicada como tuberías, suelos pavimentados, etc.  El factor limitante, muy importante, en el caso de los árboles puede ser el acceso al agua, por lo que este factor debe tenerse en cuenta durante la planeación.

Con una adecuada planeación, sobre dónde, cuando y qué tipo de árboles plantar, ésta puede ser una estrategia tan efectiva y menos costosa que otras alternativas (que no por ello deben eliminarse), como la conversión del transporte público para usar menos combustible diesel.

Sin duda, además de la aportación de los árboles a mejorar la calidad del aire, agregan valor estético al paisaje urbano y tienen efectos benéficos sobre la salud mental de las personas e, incluso, pueden aumentar el valor de las propiedades. El árbol urbano cumple múltiples funciones: estéticas, ambientales, ecológicas, sociales, históricas, simbólicas, culturales y recreativas. Pero, sin subestimar esos valores, debemos tener en mente que el cuidado de nuestro entorno es una obligación que tenemos frente a las generaciones futuras de acuerdo con el espíritu del desarrollo sostenible.

Así, al diseñar o rediseñar el ecosistema urbano las autoridades deben plantearse objetivos como los siguientes:

•       Conseguir que las áreas verdes de la Ciudades sean como mínimo de 10 m2 de zona verde por habitante.

•       Reforestar las calles, avenidas, rotondas, parques urbanos actuales, nuevos parques urbanos y periurbanos.

•       Recuperar terrenos degradados por actuaciones industriales para plantar árboles y crear zonas verdes.

•       Realizar la Reforestación con especies autóctonas de árboles.

•       Favorecer los pequeños espacios verdes domésticos (terrazas y balcones de casas y apartamentos).

La arboricultura y la silvicultura urbanas pueden tener un papel moderador de los problemas ambientales de los pueblos y ciudades y del planeta en general. Estas actividades no son exclusivas del sector público. En el mundo existen diversas formas de colaboración entre entidades públicas y privadas, dando dinamismo a estos conceptos. La financiación de sus programas debe hacerse mediante una combinación de fuentes públicas y privadas.

En su estudio titulado “Silvicultura urbana y arboricultura: discusión conceptual” Daniel Rivas Torres señala que “las herramientas o técnicas de la arboricultura son: producción, selección, plantación (por lo general en las ciudades no se hace siembra), sistemas de instalación, poda, trasplante, (entre otras). En los bosques urbanos podrá haber árboles que requieran una atención especial por parte de la arboricultura. Igualmente, en las zonas urbanizadas habrá áreas boscosas donde, por el diseño, los árboles y arbustos pierdan su individualidad y la masa deba ser tratada con prácticas silviculturales”.

De acuerdo con Rivas, la silvicultura urbana (como la silvicultura comunitaria orientada hacia el medio rural) ofrece una oportunidad para que la población aproveche directamente los beneficios de los árboles. Aunque esos beneficios pueden no ser tan conocidos como en el medio rural (o ser completamente distintos) existen, sin embargo. La plantación de árboles en las calles y avenidas, el establecimiento de parques y bosques urbanos, la complementación de los huertos familiares con árboles, etc. son actividades que pueden beneficiar a todos los sectores de la sociedad, incluidos los pobres. Estos pueden apreciar los beneficios de los árboles - sombra, espacio vital más atractivo, reducción del ruido, del viento y de la contaminación, e incluso producción de alimentos - tanto como sus vecinos prósperos, si no más.

También es posible, como lo ha dicho la FAO al menos desde hace tres décadas, pensar en el pleno desarrollo de programas de “agrosilvicultura urbana” en muchas ciudades, y no sólo en los climas más húmedos. Tales programas pueden contribuir mucho a la producción de alimentos y a la generación de ingresos. Esos programas basados en los huertos familiares, pueden también incluir la agrosilvicultura a una escala relativamente grande en tierras urbanas sin ocupar.

A este respecto es motivo de optimismo conocer la existencia de iniciativas tales como Trees for the Future, que cuenta con un programa llamado The Forest Garden Solution, el cual consiste en educar a los pequeños agricultores en el uso de la agrosilvicultura y la permacultura. Como resultado, los árboles cambian la forma en que las personas cultivan alimentos, reduciendo los impactos negativos en los agricultores y el planeta, además de proveerles de ingreso, unidad y liderazgo.

En Estados Unidos, The Green Heart es una investigación sobre el diseño de ciudades saludables que se propone “examinar rigurosamente si aumentar la vegetación en una comunidad urbana reducirá los niveles de contaminación del aire en el vecindario y disminuirá el riesgo de enfermedades cardíacas” con lo que se busca ayudar a las ciudades a saber cómo plantar y mantener árboles en comunidades urbanas para maximizar la remoción de contaminación del aire; reducir el riesgo de desarrollar obesidad, diabetes y enfermedades del corazón mediante la creación de espacios verdes, y reducir el estrés mental, mejorar la cohesión social e incrementar la actividad física.

En la Ciudad de México se creó el Parque Ecológico Cuitláhuac, con el que se sustituyó un enorme tiradero de basura y actualmente es un “pulmón verde” en el que se plantaron 19,295 árboles y se rehabilitaron lagos en 27.20 hectáreas de áreas verdes. El proyecto sigue creciendo y se plantea 122 mil 970 piezas arbustivas, y la creación de 90 mil 205 metros cuadrados de cubresuelos, lo que brindará refugio para fauna local y migratoria, y favorecerá la reducción de la temperatura del suelo, además de la creación de ecosistemas, hábitat y biodiversidad.

En la lucha contra el cambio climático cada esfuerzo cuenta y los árboles son nuestros aliados para limpiar el aire, bajar la temperatura y mejorar las condiciones de vida en las ciudades.

En 2° Much! también tenemos en marcha proyectos que apoyan la participación ciudadana en acciones a favor del planeta y para reducir nuestra huella de carbono. Puedes conocerlos visitando nuestra página electrónica.