¡Órale pues! Nunca más vuelvas a sufrir por…

¡Órale pues! Nunca más vuelvas a sufrir por…

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Orandum est ut sit mens sana in corpore sano.

Se debe orar que se nos conceda una mente sana en un cuerpo sano. Se podría orar esto.

 ¿Usted cree que saber y repetir esta frase de los griegos nos ha impulsado a mejorar nuestra salud, desde nuestra mente y nuestro cuerpo?

 Si somos el país más obeso en el mundo en niños, adultos, y ancianos; si 7 de cada 10 enfermedades las provocamos nosotros con nuestro estilo de vida; si el crecimiento expansivo del cáncer está ligado a la falta de ejercicio, obesidad, alcoholismo y tabaquismo, ¿Por qué no hemos adquirido hábitos para la salud, para alejarnos de una vida de dolor y enfermedad?

 No lo hemos hecho porque nos falta información correcta y porque diariamente nos bombardean con publicidad que intoxica y contamina nuestros conocimientos nuevos.

 Publicidad promovida por la industria obesogénica y un complejo médico-industrial de $2,4 billones de dólares, justo cuando comenzábamos a comprender el origen de las enfermedades.

 Este grupo apoya la prevención de enfermedades y la alimentación correcta de la población, sólo de palabra; a tal grado que la estrategia de prevención contra el sedentarismo, la obesidad y el sobrepeso en México ha sido catalogada por el "Poder del Consumidor, A.C." como una simulación porque fue secuestrada precisamente por la industria que fomenta estos hábitos, desde las bebidas azucaradas y los alimentos altamente procesados con carbohidratos refinados.

 Y quiero ser claro en esto: no estoy contra esta industria, al final del día para los integrantes y participantes de esta, es un negocio; generan empleos y pagan impuestos.

 Y su negocio fluye porque a la mayoría de los consumidores les hace falta educación para la vida, para saber alimentarse y decidir las cosas correctas a la hora de ir de compras al súper, a la hora de la comida, y en el tiempo en cómo educamos en casa a los hijos.

 Hace unos días acudí a Patio Santa Fe, una plaza comercial situada al poniente de la Ciudad de México. Este centro ofrece soluciones integrales para las necesidades de los más de 2 mil empleados que la rodean: supermercados, un gimnasio, un cine, restaurantes y desde luego varias tiendas de diferentes productos y servicios.

 Me encontraba redactando un par de notas para un periódico, en un Starbucks, y en aproximadamente 90 minutos me di cuenta que 60 personas entraron a consumir, fueron atendidas y servidas. Buen promedio que asegura viabilidad del negocio.

 A mi salida de este coworking que también vende café, observé una fila de 17 personas esperando comprar un helado en una alternativa que hace alusión a la nutrición.

 En ambas marcas, la mayoría de la gente optó por comer un producto muy elevado en calorías y carbohidratos refinados, o sea azúcar, esperó y pagó por ella. Eso es congruente con la forma de los redondos cuerpos que en su mayor número gastaron su dinero, y su salud, al comprar lo que desearon.

 ¿Son faltos de raciocinio o inteligencia estos consumidores? ¿Soy yo diferente a ellos?

 La respuesta es no. Lo que hay que observar es cómo se venden estas marcas, con una publicidad que actualmente es orientada a saciar otra hambre: la emocional, aspiracional y experiencial.

 El marketing que usa esta industria tiene un mensaje profundo: no debemos asumir responsabilidad alguna sobre nuestra propia salud, hay que ser feliz en este momento.

 En lugar de la responsabilidad personal, se supone que debemos depender del próximo medicamento exitoso para curar todas nuestras dolencias, y mientras esto llega comer todo lo que nos place, y por tres pesitos más, llevarnos el tamaño grande o gigante.

 En fines de semana esta dinámica se incrementa, para beneficio de las marcas obesogénicas, y para detrimento de nuestra cuenta bancaria y de Bienestar.

 Este hábito tiene un destino: el hospital, o en su defecto, el doctor. Luego de unos 7 años aproximadamente de haber cultivado el mal que le aqueje a la persona, o de plano ya una enfermedad manifiesta derivada de algún órgano agotado, harto de las decisiones de su usuario, llamadas comúnmente “estilo de vida”.

 La situación se ha degenerado hasta llegar a una situación en la que esperamos enfermarnos y luego tenemos la esperanza de que un médico sea capaz de aliviar los síntomas sin siquiera haber descubierto o diagnosticado los problemas que originaron la enfermedad.

 Nadie se pregunta por aquellos cafés o helados disfrazados de nutrición.

 Enfermarnos no es un destino, ni una condición que venga a partir de cierta edad, o se encuentre en algún código postal. Enfermarnos, mayoritariamente, es una decisión en 7 de cada 10 casos. Eso dice la Organización Mundial de la Salud.

 De hecho, la palabra enfermedad proviene del latín in + firmus: no firme. Su presencia indica que el cuerpo no está experimentando la "firmeza" y el confort esperados, sino que muestra deficiencias en su nivel óptimo de bienestar.

 Entonces lo que a menudo imaginamos como un proceso orgánico y poco natural que nos devora por dentro es, en realidad, un proceso producto de la deficiencia. En lugar de hablar de enfermedades, deberíamos hablar de deficiencias que causan disfunciones.

 Da cafecitos, refresquitos negros, heladitos, panesitos, tortitas de tamal (guajolotas but off course), y los viernes también los taquitos. Todo en diminutivo para autoconvencernos de que son “buena onda”, que nada pasa.


Y nada pasa si el consumo es muy eventual; el tema es que se ha convertido en algo habitual, diariamente llevamos al cuerpo en cantidades elevadas, productos de esa industria.

 Aunque las otras deficiencias, hay que decirlo, son también falta de Alimentación Correcta, Suplementación, Agua pura, Ejercicio y Descanso.


Estos son los 5 hábitos esenciales para una máxima y óptima energía física. Si esta quinta falta, nos encaminaremos a una enfermedad, desde sus compañeros ingratos y leales: el sedentarismo, y la obesidad.

 Y hoy quiero referirme al Ejercicio.

En otros tiempos de una lejana galaxia no muy distante, existió algo que se llamó Educación Física.

 Y en el año 2013, alguien en el imperio de la Secretaría de Educación Pública (SEP) decidió cancelar, de un plumazo, la materia de Educación Física del plan educativo nacional; se sabe que fue para dañar a una maestra enemiga, que llevaba el nombre de una napoleónica isla.

 Esto causó y sigue provocando un grave daño a la salud de toda la nación.

 Los niños y jóvenes ya no practican educación física, que va más allá de solo hacer deporte; es aprender y comprender la importancia de la nutrición, de la práctica deportiva, del desarrollo de una sana mentalidad, para entonces sí, tener un cuerpo sano, como decían los griegos, y una mentalidad sana también.

 ¿Y qué tenemos hoy en la mayoría de las escuelas? Una replica de lo que vi en los adultos de Patio Santa Fe, solo que en versión infantil: cuerpos en sobrepeso y obesidad. ¿Se imagina cómo anda la mentalidad, el corazón en esos niños y jóvenes?

 Y por favor, evitemos confundirnos, por si algún flaco presume: "yo no estoy así".

Créame, he comprobado que personas con una talla de 22 cm. en la cintura han salido con Obesidad II, debido a la cantidad oculta de grasa dentro de su cuerpo, a costa de una mermada cantidad de músculo. Estas personas, en su mayoría, están en lo que la ciencia llama “deficiencias nutrimentales”.

 Sin la Educación Física en las escuelas, y sin una responsabilidad amorosa en los hábitos de los padres de Familia, México se ha convertido en una fábrica de enfermos desde las escuelas, universidades, y empresas.

 Uno de los mejores endocrinólogos del país, el Dr. Aquiles Ayala Ruíz, quien consulta en el Hospital Británico ABC, me comentó en una entrevista que la SEP debería prohibir que se abran más escuelas sin instalaciones ni infraestructura correctas para la práctica de Educación Física, pues se alentó la apertura de muchas sin profesores y sin espacio para ello, y eso ha generado niños obesos y diabéticos.

Ningún cuerpo humano resiste más de 5' años la obesidad y el sedentarismo. ¿Se imagina la expectativa de vida para estos infantes y juveniles mexicanos?

 El Dr. Ayala dice que en los países de primer mundo, se le da más importancia a la calificación de Educación Física, que a la intelectual, porque sin deporte no hay mente sana. Sin deporte vendrán daños psicológicos, vendrá el bullyng, el acoso, las toxicomanías.

 ¿Hay solución? Si.

 ¿Cuál es? Desaprender primero, y entonces volver a aprender lo correcto. Saber cómo ir contracultura y adquirir los 5 Hábitos para la Energía Física.

 Necesitamos ser adultos flexibles, moldeables, y estar listos y dispuestos a dejar atrás enseñanzas y creencias que ante la evidencia de la realidad, nos gritan que hemos ido por un camino incorrecto.

 Requerimos, por el bien de los niños, aprender a meterle nosotros los goles a la industria obesogénica, para que nuestras decisiones sean nuestras y no alentadas por un markerting tramposo, que nos hace creer que un helado viene con nutrición, o un café acompañado de status,

 Y entonces sí, juntos y orando, podremos aspirar a tener una Menta Sana, en Cuerpo Sano, como alguna vez escribió Juvenal II al Emperador romano.

 Usted que me lee, ¿Qué opina?

 

 @CoachGerardoGonzálezAcosta.

Hábitos para Comunicación e Imagen Pública.

 

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