Los emprendimientos: oportunidad única para el futuro

Soy Mexicano. Vivo en un país en el que, la mayor parte de su historia reciente, la hemos pasado en crisis o recesión y hemos tenido pocos, muy pocos años de avance económico. Cuando éste último ha sido el caso, el desarrollo se ha basado principalmente en expectativas de lo que va a suceder de forma natural (el "bono demográfico", por ejemplo) o bien por lo que se espera llevar a cabo (las reformas estructurales), más que por lo que se ha hecho efectivamente. La realidad es que el país ha sobrevivido en gran medida por medio de los ingresos basados en la venta del petróleo al extranjero. Por el lado de la iniciativa privada, no es posible hablar de una cultura empresarial extendida, ya que desde mucho tiempo atrás la economía se ha manejado mediante oligopolios, que concentran a la fecha una buena parte de la actividad económica.

En este sentido, el rumbo económico del país ha sido, en algunas épocas, muy parecido al manejo de las economías planificadas que se dio en los países socialistas del siglo pasado. Esto a pesar de ser México una democracia representativa.

Afortunadamente, los cambios en el mundo han orillado internamente a movernos poco a poco hacia una posición de mayor apertura comercial, económica y política. Sin embargo, las asimetrías que subsistieron por décadas, no pueden erradicarse de la noche a la mañana. Y he ahí nuestro problema: la continuación de los monopolios y oligopolios, una corrupción rampante, el crimen organizado y un estancamiento político, a veces aceptado con cierta resignación. Por supuesto, nada de esto abona para crear un clima favorable ni para las personas, ni para las empresas pequeñas y medianas.

Respecto al nivel de vida de la población, que debería ser el fin último de esta discusión, la situación es más crítica. Según el CONEVAL, en diciembre de 2012, de los 40 millones de niños y adolescentes que existen en México, 21.2 millones estaban en situación de pobreza y 4.7 millones en pobreza extrema. Y según un estudio del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en ese año, 53.8 por ciento de la población entre cero y 17 años vive en pobreza, cifra mayor que la nacional, que se ubicó en 45.5 por ciento. Otro hallazgo es que, en 2012, 61.3 por ciento de la población de cero a 17 años era parte de los hogares con un ingreso inferior a la línea de bienestar y 28.2 por ciento enfrentaba inseguridad alimentaria moderada o severa. Es decir, esos niños carecían de los recursos necesarios para tener una alimentación sana y variada.

No quiero entrar a la discusión en la fiesta de las cifras. A pesar de algunos avances, es evidente que la situación es complicada. Pero ¿Qué podemos hacer?

La solución está en nivelar el "Terreno de Juego".

Es decir, debemos lograr que exista una mejor repartición de los recursos disponibles en la economía. Que las oportunidades laborales no solo se abran para los conocidos y amistades de los dueños de las empresas. Que la educación media y media superior de calidad sea accesible para las clases menos privilegiadas. Que los niños de toda clase social puedan estar adecuadamente alimentados, que es un requisito básico para todo lo demás. En la práctica.... en la vida real...¿Cuál es la herramienta que nivelará nuestro terreno de juego?

La respuesta son los emprendimientos. O como ahora se conoce por su anglicismo entre los chavos, las Start-Ups.

No se debe esperar que la nivelación del terreno de juego venga de las grandes empresas, ya que ellas mismas son beneficiarias de la concentración de los mercados y por lo tanto, de su propia predominancia. Tampoco debiéramos esperar programas asistencialistas por parte del Gobierno. He de reconocer que se han hecho ya algunos esfuerzos importantes en el país por impulsar la cultura emprendedora.

No pretendo hacer un discurso maniqueo para alentar a más jóvenes emprendedores a fundar empresas. Más bien es un esfuerzo por alcanzar al mayor número posible de personas y comunicarles una opinión. Genuinamente pienso que de no empezar a actuar ahora, los efectos secundarios y el "estatus quo" serán desafortunadamente, casi irreversibles. Nuestra oportunidad de nivelar el terreno es empezar hoy, y hacerlo un movimiento iniciado por las personas con mayores niveles educativos. Por jóvenes y no tan jóvenes, por hombres, mujeres, profesionales, técnicos… me parece que no existe alguna condición restrictiva, cualquiera que sea, que nos impidiera hacerlo. Intentar ser menos programáticos y más pragmáticos.

Seguramente habrá algunas iniciativas con un interés real en el desarrollo en el tema. Debemos identificarlas y aprovechar de la mejor manera el impulso que nos pueden ofrecer. Una de estas Instituciones es el Instituto Nacional del Emprendedor (INADEM). Como ciudadanos, es necesario que incentivemos (*exijamos*) la creación y el desarrollo de instancias como esta. Y de nuestra parte, llevar a cabo tres acciones urgentes: trabajar, trabajar, trabajar.

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