2020 SIN UN MANUAL
Pensaba que entender algunas variables nos puede ayudar a comprendernos y comprender a los otros.
A partir del comienzo de la cuarentena se instalaron hábitos nuevos y otras rutinas se desvirtuaron y se conviertieron en excesos, muchas veces vividos como sobredosis.
Una espiral entre el convivir, compartir e invadir.
De golpe pasamos a compartir más horas, más espacios comunes, lugares de la casa, voces que se superponen, o tal vez silencios que se agudizan y son más extensos para aquellos que viven solos.
Todo se potenció, las compañías y las soledades.
Se agregan las frustraciones personales, los viajes truncados, los casamientos postergados hasta los cumpleaños de los chicos sin festejar con amiguitos.
A los temas de convivencia le sumamos lo externo : el miedo, la incertidumbre, la tristeza, temas vitales como la continuidad laboral, la salud, la sobreinformación de los números de la muerte y los negocios cerrados con las vidrieras con ropa de una temporada pasada y ni hablar del Master en productos de limpieza.
También hay quienes descubrieron diferentes y divertidas formas de vincularse en sus casas, parejas que se reencontraron riéndose con un mate a media mañana, otras estudiaron, se interiorizaron en temas que por la rutina anterior no podían, incluso dormir la siesta sin culpa fue un hallazgo.
Tanto unos y otros todos sin reuniones sociales, sin abrazos, sin poder ir a un cine, cenar con amigos o simplemente mirar por la ventana de un bar tomando un café.
Rutinas nuevas, hábitos viejos perdidos, personas antiguas en vínculos nuevos.
Ante este contexto tan complejo mirémonos más amorosamente. Estamos haciendo lo mejor que podemos y sin un manual.