7 pasos para atravesar emociones dolorosas, por Daniel Colombo
Muchos de nosotros hemos profundizado nuestros caminos de búsqueda de auto conocimiento y desarrollo espiritual a partir de experiencias desafiantes. Estas situaciones están basadas en las emociones que a veces llamamos negativas, aunque lo más apropiado sería llamarlas dolorosas por lo que despiertan.
Y como despiertan, provocan y se mueven, me recuerdan a “e-motion” (en movimiento). El movimiento, al final, siempre es de aprendizaje y crecimiento, por lo tanto, positivo aunque no pueda verlo o vivenciarlo tan rápidamente como quisiera.
Aquí van siete pasos que he probado para atravesar emociones dolorosas. El proceso es siempre el mismo. Y como se trata de una técnica, el aprendizaje y resultado se produce en base a la práctica.
1. Reconoce la emoción: dale el espacio que tiene; déjala expresarse y manifestarse. Mírala a los ojos firmemente; piénsala intensamente: ¿qué estoy sintiendo? ¿en qué lugar de mi cuerpo físico se aloja? ¿De qué color sería si fuese un objeto? ¿Qué temperatura tiene? Si la pudiese abrir, ¿cómo huele? Es importante tomarse el tiempo para vivenciar estas diferentes perspectivas.
2. Ubícala en tu mapa mental: el mapa es mi forma de representarme el mundo; el orden de prioridades en mi vida desde donde surgió esa emoción (una persona, situación, diagnóstico, o lo que sea). Circunscríbela a un espacio específico. Esto te permitirá verla enfocada exclusivamente en ese espacio, no invadiendolo todo, como usualmente solemos hacer al estar en estado de emoción dolorosa.
3. De dónde proviene: como si estuvieses en el cuento de Hansel y Gretel que van dejando un camino de migajas hacia atrás, encamínate luego paso a paso a desandar esa línea de tiempo para profundizar en el origen. ¿Qué raíces tiene? ¿De cuánto más atrás proviene esto que siento que me está produciendo tanto dolor? ¿Hasta dónde llegan mis creencias y paradigmas del pasado que me afectan en el presente?
4. Dale cariño a la emoción: ponle un abrazo cálido (puedes dártelo a ti mismo, o bien, pedir a una persona querida que te conforte en ese momento preciso). Apoya tus manos en el punto físico donde sientes esa emoción dolorosa. Siente como el calor va aliviando lo que estás sintiendo. Seguramente ya se siente más confortable a esta altura del proceso.
5. Pide un mensaje: cada emoción dolorosa viene a mostrarnos algo. Y sabemos que los aprendizajes no siempre se presentan en forma amable. Por eso, visualízate un momento por sobre tu cuerpo físico, y como si tuvieses un extenso canal de luz hacia el infinito, desde la parte superior de tu cabeza. En ese canal de luz, pide en silencio que te llegue un mensaje: puede ser una palabra, una frase, la voz de alguien del pasado o presente, o simplemente una imagen. ¿Hace sentido para ti? ¿Trae algo de claridad a este momento?
6. Suelta la emoción dolorosa: esta es la parte clave. Una vez que hemos atravesado todo lo anterior, ya estamos en condiciones de soltarla y dejarla ir. Es como un lugar que hemos visitado, recorrido, no nos ha gustado demasiado y sin embargo, nos vino a mostrar algo. No buscamos tener razón o victimizarnos. Sólo buscamos calma y paz. Tranquilidad de espíritu. Reconexión interna. A continuación, vamos suavemente hacia la siguiente estación del viaje, en silencio: no hacen falta las palabras. Sólo observar, sin demasiadas interrupciones de nuestra mente (inquieta por naturaleza).
7. Finalmente, dedícate unos minutos frente al espejo: mírate a los ojos mientras respiras profundamente. Es esencial que reconectes con tu mirada, para llegar a la profundidad de tu alma. Ahora, con mayor equilibrio, estás disponible para continuar el juego de la vida. Has tenido una experiencia nueva, desafiante quizás; siempre enriquecedora.
El secreto final: Descripto así, parece fácil. Debo decirte la verdad: no me resulta fácil, pero sí es simple. Muchas veces tendemos a hacer complicadas las cosas, y si eres de las personas que le ponen mucha carga emocional a todas las situaciones, estoy seguro que con la práctica podrás incorporar el paso a paso y hacer que las emociones dolorosas duren lo que tienen que durar; ni más ni menos.
La mente querrá una y otra vez que actúes tu papel de víctima (ellos me hacen/me hicieron, por qué a mí, pobre de mí, y tantas otras formas sutiles y obvias). Sin embargo, tu Ser espiritual, que es tu Alma, que todo lo sabe y es perfecta en su naturaleza, sabe la verdad y no admite engaños ni trucos. Algunos lo llaman esencia, conocimiento natural o intuición. Los nombres no importan. Lo que sí importa es que está siempre dentro tuyo para asistirte y protegerte cada vez que lo necesites.
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Técnica Superior en Gestión Hotelera
8 añosBuenísimo!