8 maneras de formular preguntas que abren caminos en psicoterapia

8 maneras de formular preguntas que abren caminos en psicoterapia

Ya lo hemos escrito en otros artículos y publicaciones, sin embargo no nos cansamos de repetirlo: las preguntas son intervenciones en sí mismas y buscan movilizar el proceso interno de cambio de cada consultante. También entregan la oportunidad de revisar y reflexionar sobre la propia experiencia y recursos de una manera diferente a la que lo ha estado mirando la persona hasta ahora, de esta forma le es posible encontrar nuevas respuestas.

En psicoterapia las preguntas se dan en un contexto de conversación y entendemos que la forma en que las personas conversan muestra una “definición” de quien esa persona elige ser en la vida y, al mismo tiempo, la vida que elige vivir.  

Entonces las preguntas debemos formularlas de tal forma que sitúen al cliente como protagonista de su vida y no como padeciente de esta. Para lo anterior, debemos asegurarnos que estas preguntas cumplan con algunas características: 

  1. Apuntan al futuro, no al pasado: una buena pregunta apuntará a construir, a crear, es por eso que se dirige al futuro ya que en el pasado no hay posibilidad de cambio, sólo de entendimiento (y esto no necesariamente lleva a un cambio).
  2. Intentan identificar valores más que quejas: muchas personas llegan a la consulta con constantes quejas y se mantienen en esa posición, lo que es válido, sin embargo sólo con quejas no logramos avanzar, por eso a través de preguntas podemos ir moldeando nuestra conversación hacia buscar valores, “lo que mueve” a esa persona que está debajo de esas quejas y con esta información si podremos trabajar.
  3. Buscan recursos más que limitaciones: todas las personas tienen recursos y es trabajo nuestro desempolvar e iluminar estos recursos ¿Cómo hacerlo? Nuevamente la mejor forma es a través de preguntas. Por ejemplo, es muy distinto decirle a alguien “que inteligente eres”, a preguntarle “¿cómo se te ocurrió eso?, ¿de dónde vino esa idea?, ¿cómo lograste ponerlo en práctica?, ¿cómo lograste que resultara?” y que a través de sus propias respuestas la persona vaya concluyendo lo inteligente que es.
  4. Apuntan a la retroalimentación y aprendizaje, más que a la perfección: es imposible ser perfecto, IMPOSIBLE. Esto es un mantra que debemos tener grabado en nuestra cabeza frente a cualquier conversación, entonces siempre buenas preguntas frente a algo que no resulta tan bien como la persona esperaba van en la línea de “¿qué aprendes de esta experiencia?, ¿de qué aspecto de ti te habla esto que ocurrió?, ¿qué intenta comunicarte la experiencia vivida?, ¿qué información te trae lo ocurrido?”
  5. Parten con un adverbio interrogativo: para qué, cómo, cuándo y qué. Solo utilizamos el por qué cuando estamos buscando valores. Volviendo al punto 1, los “por qué” nos llevan al pasado, ir al pasado sirve para buscar entender algo, para buscar aprendizajes, sin embargo eso no nos lleva necesariamente a un cambio a futuro. Preguntas que comienzan con los otros adverbios interrogativos se dirigen a futuro, a buscar posibilidades.
  6. Van dirigidas a la persona (tú) ya que atribuyen responsabilidad (atribución interna): cuando la pregunta es general, existe la posibilidad de no responder, sin embargo al ir dirigida a una persona, surge la responsabilidad de hacerse cargo de dar una respuesta. Por ejemplo, “¿quién me lleva a mi casa?” v/s “Paula, ¿tú me puedes llevar a mi casa?”
  7. Verbos en positivo: nuestro cerebro funciona en positivo, el negativo con existe como imagen en nuestra cabeza, por ejemplo si te digo “cuidado, no te vayas a caer”, la imagen que se forma es “caerse”, por lo tanto debo generar verbos en positivo para que la imagen que se forme sea en positivo y así es más fácil responder y cumplir. Por ejemplo se puede decir “camina con cuidado”.
  8. Muchas veces son difíciles de responder ya que cuestionan creencias: en este sentido, tenemos que estar preparadas para respuestas como “no se” o silencios largos mientras la persona piensa o una respuesta más emocional ya que puede conectarse con algo a lo que no está acostumbrada. Sea cuál sea la respuesta, debemos darle espacio y trabajar en eso. Nunca quedarnos con un “no sé”, ahí podemos preguntar “dentro de ese ‘no se’, ¿qué es lo que sabes?”, “entiendo que ahora no lo sabes… imaginemos un mundo ideal donde si lo supieras, ¿qué me dirías?”, "dentro de ese 'no se', ¿qué es lo que si sabes?"

Hacer buenas preguntas es una habilidad que se entrena. Nuestra recomendación es entrenarlas todos los días, no sólo en la consulta, sino que con amigos, en el trabajo, con la pareja, con los hijos, con cualquier persona que cruces palabras. Te invitamos a probar, elige una de estas formas de hacer preguntas y practícala una semana, seguro te vas a topar con sorpresas.

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