Abogado de terno y corbata, el hábito que no hace al monje

Cuando regresé de mi maestría en el año 2012 me reuní con un abogado amigo socio de una firma importante. Su principal consejo sobre mi reinserción en el mercado legal peruano fue "pero no te olvides de la formalidad eh" (mientras hacía ademanes de quien se está haciendo el nudo de la corbata en el aire), "en ese mundo de la tecnología la gente suele vestirse un poco informal" continuó. Lo que me quiso decir es "si te metes en el mundo tech no te contagies de sus mañas, tu siempre debes ser un abogado hecho y derecho" o "bien al Freddy Ternero" (esta es una jerga 100% peruana para quienes nos leen desde fuera del Perú que alude al uso de traje formal). Seguí el consejo de mi amigo y en mis primeros años, tras aventurarme en el mundo del emprendimiento legal, reproduje ese atuendo.

Este año (siete años después) tuve un incidente en la línea opuesta. Un cliente me felicitó al terminar una reunión por recibirlo sin terno ni corbata y por no tener oficina (y menos aún una pomposa ya que estamos basados en un co-working). Con sinceridad no entendí muy bien la felicitación, me sentí raro y no supe que responder. Me quedé pensando, recordé la anécdota del 2012 y reparé sobre cuanto he cambiado en mi forma de pensar sobre el tema. Siento que el terno y la corbata (y su equivalente en el caso de abogadas) más que un código de vestimenta en el mundo legal es parte de una tradición que funciona como una camisa de fuerza de la que es muy difícil salir y que, sin duda, va mucho más allá de la vestimenta. El terno y la corbata son solo símbolos, la punta del iceberg de algo más estructural. Los más conservadores dirán que es una "fina tradición" que hay que respetar o que los clientes esperan que un abogado esté "bien vestido" o quizás que "eso hace que te respeten" porque "resalta valores" (sí amigos, en el 2019 hay quienes siguen pensando así, y no es un tema generacional).

Los que se dicen menos tradicionales hacen tímidos intentos de sacarse la corbata algunos días de la semana (a.k.a "casual Fridays") aunque manteniendo el terno. Sin embargo cuando vienen "clientes importantes" (fue la frase que usó uno de ellos mientras me lo contaba) sacan los pañuelos, la corbata de seda, los gemelos y las camisas con iniciales de inmediato para "disfrazarse de abogados" como si de una fiesta de Halloween se tratase. Basta pasearse por las páginas web de diversas firmas de abogados locales e incluso extranjeras y la gran mayoría (incluidas la del grupo "casual Friday") siguen manteniendo rígidas fotos institucionales con terno y corbata en el caso de hombres y traje formal para las mujeres.

En un reciente artículo donde intentaba hacer una radiografía del abogado peruano mencionaba lo siguiente con respecto a todo lo que representan estos protocolos:

La vestimenta. Atrás quedaron los días en los que uno debía asistir a la universidad con terno y corbata, en el caso de hombres, y, en el de mujeres, con falda y blusa. Sin embargo, este patrón conservador y código de vestimenta “tácito” aún se mantiene en la gran mayoría de facultades de Derecho cuando uno inicia sus prácticas pre-profesionales (...)

La etiqueta. Aquellos formalismos a los que hacíamos referencia en la etapa universitaria continúan en la vida profesional del abogado. Por otro lado, las firmas de abogados suelen llevar los apellidos de sus fundadores, ser bastante conservadoras en su decoración y, aunque hay importantes intentos de adaptación a nuevas tendencias, la formalidad sigue siendo la regla. Algo similar ocurre en la vestimenta del abogado, es decir, si bien la corbata empieza a desaparecer, el traje formal sigue siendo aún un estándar en la “etiqueta” del abogado.

Se trata pues de algo más que vestimenta. La rigidez, el hablar "en difícil", el "doctoreo", las imágenes de la balanza y la diosa de la Justicia con la venda en los ojos son algunos ejemplos de múltiples manifestaciones de los abogados que refuerzan esta esa forma conservadora y acartonada que tenemos al presentarnos profesionalmente que nos distancia de nuestros clientes y nos hace ser poco innovadores al tiempo de reforzar estereotipos poco convenientes.

Si vemos que pasa en otros espacios donde este "código de vestimenta" ha sido tradicionalmente utilizado vemos como se desvanece. Ésta nota es reveladora y muestra como en la reunión del G8 de junio de 2013 todos los presidentes de los diferentes países participantes rompieron el protocolo y dejaron las corbatas en sus hoteles.

Goldman Sachs, uno de los representantes del sector financiero más conservador, anunció públicamente este año que el terno y corbata serían opcionales. Sin embargo pese a estos avances el año pasado en Chile una noticia causó mucha controversia cuando el abogado Jaime Bassa fue duramente cuestionado por algunos parlamentarios cuando participó en la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara de Diputados y no asistió con saco y corbata, a lo que el abogado respondió "No sé si la corbata agrega algo a lo que tengo que decir". En el mismo Chile encontramos el registro de una discusión entre una jueza y un abogado porque este no se presentó en corbata alejándose de una práctica decorosa, mientras que en Paraguay un grupo de abogados en el año 2011 se mostró en contra de dicha exigencia en sus tribunales.

Me quedo con ésta última frase del abogado Bassa para seguir reflexionando ¿qué valor agrega al cliente esa extrema formalidad en la etiqueta del abogado?¿es cierto que los clientes esperan encontrar un abogado con terno, corbata y demás formalismos?¿es algo que determina la contratación de un abogado?¿estos formalismos nos acercan o distancian de los clientes?

Si me preguntan qué opino sobre el tema, no uso terno ni corbata hace años (sólo para matrimonios) y creanme que no hay nada como trabajar cómodamente. Creo que estos formalismos que comentamos no agregan ningún valor y me parece que solo son importantes para los abogados que los usan (incluso muchos Gerentes Legales de empresas ya abandonaron esos rituales hace mucho tiempo influidos positivamente por el negocio al que en la actualidad acompañan). Para los clientes todos estos protocolos son cada vez menos relevantes y sí, creo que generan un efecto de distancia y afectan la empatía con los clientes. Creo además que se convierten en un corsette que sumado a otras variables obstaculizan el libre flujo de la innovación en el mundo legal. Quizás sea un buen momento para que los menos conservadores pasen del casual friday al everyday casual o visibilicen esas prácticas en caso ya las tengan. No tengo duda que estamos frente a casos de hábitos que en ningún caso hacen al monje.