¿Aceptamos de buena gana que seamos manipulados?
En un mundo gobernado por algoritmos, ¿quién controla lo que pensamos, sentimos y creemos? Spoiler: no son los políticos.
Si la sobremesa mexicana fuera un termómetro de interés público, podríamos jurar que los políticos son el tema que más nos quita el sueño. Opinamos, despotricamos y jugamos a ser ciudadanos críticos frente a las decisiones del poder. Sin embargo, mientras seguimos discutiendo quién dijo qué o quién está detrás del próximo escándalo, en el silencio cómodo de nuestros dispositivos móviles, los algoritmos están moldeando nuestras creencias, hábitos y emociones de maneras que ni el mejor orador político podría soñar.
Como bien señala Jonathan Ruiz en su columna de hoy para El Financiero, empresas como Meta, Google y TikTok tienen más influencia sobre nosotros —y nuestros hijos— que el propio gobierno y los políticos. Este hecho incómodo, por cierto, no es una teoría conspirativa; es un sistema que hemos aceptado de buena gana. Día a día, interactuamos con nuestros feeds como si fueran un espejo de nuestra personalidad, sin cuestionar que esa "personalidad" está siendo definida por un complejo sistema que prioriza la rentabilidad sobre la verdad.
Parece que, como sociedad, hemos aprendido a ser críticos con los políticos. Los analizamos, los desmenuzamos y, si es necesario, los destrozamos en el tribunal de la opinión pública. Pero, ¿por qué no aplicamos el mismo nivel de escrutinio a las plataformas que consumen horas de nuestras vidas y condicionan nuestras decisiones?
La respuesta es brutalmente simple: porque no somos conscientes del impacto que tienen.
Nuestra relación con las redes sociales no es solo de consumo, es de fe ciega. Creemos que nuestro feed es un reflejo objetivo del mundo. Pero, en realidad, lo que vemos es un menú cuidadosamente curado para reforzar lo que ya pensamos, para no conocer otras posibilidades, para mantenernos enganchados, para evitar que nos aburramos y, sobre todo, para maximizar el tiempo que pasamos navegando, convirtiéndonos, por voluntad propia, en "el gran producto" que venden las plataformas. En uno de mis artículos previos, hablé de esta "caja negra" algorítmica que nos coloca en cámaras de eco donde lo diferente, lo opuesto, lo disruptivo es sistemáticamente eliminado.
¿El resultado? Una sociedad con más información que nunca, pero con menos criterio para interpretarla.
Este es un llamado urgente para quienes trabajan en comunicación, marketing, educación y publicidad: no podemos darnos el lujo de ser cómplices pasivos. Es nuestra responsabilidad no solo ser críticos con lo que consumimos, sino enseñar a otros a hacerlo. Necesitamos ser agentes de una higiene digital que promueva la reflexión y el discernimiento.
Sería fácil culpar a los algoritmos, pero aquí viene la parte incómoda: ellos no son el problema. Son herramientas diseñadas para maximizar un objetivo muy claro: la atención y la rentabilidad. Nosotros, como usuarios, les hemos entregado ese poder sin leer las letras pequeñas del contrato. No se trata de apagar el teléfono y mudarnos a una cabaña en el bosque; se trata de educarnos, de cuestionar, de hacer preguntas difíciles:
No basta con ser consumidores responsables; debemos ser promotores de una pedagogía digital que enseñe a los demás a pensar críticamente. La verdadera brecha digital no es solo el acceso a la tecnología, sino la capacidad de usarla de forma inteligente y ética.
Los comunicólogos, publicistas, mercadólogos y educadores no solo debemos dominar el lenguaje de las redes; debemos transformarlo. Porque, al final del día, los que trabajamos en estos campos no solo estamos moldeando narrativas, estamos moldeando sociedades.
Así que la próxima vez que abras tu feed, pregúntate: ¿quién está en control aquí? ¿El algoritmo o tú?
Es momento de reflexionar y actuar. ¿Te sumas al cambio? Compártenos tus ideas y únete a esta conversación.
CMO Fraccionado o Interino | Consultor para CMO | Experto en Transformación Digital | Mentor para Startups | Profesor | Emprendedor
10 hEstamos inmersos en la economía de la atención. Seamos honestos, no solamente las plataformas quieren nuestra atención. También nosotros, los profesionales del marketing, queremos la atención de los consumidores de nuestros clientes. Pareciera un callejón sin salida. Pero no es así. Apuesto por la diversificación. Tanto en el consumo como en el uso de las plataformas para fines mercadológicos. Pero también hace falta ser contraculturales. Favorecer la desconexión de vez en cuando. Para leer a profundidad. Para experimentar otros aspectos de la vida que no involucren consumir información. Para entrar en contacto con la naturaleza pero sobre todo con nuestras personas significativas. No pasa nada si por una o dos semanas dejas las plataformas.
Marketing▪️Business development & digital transformation
16 hMe parece genial este "doble click" y lo que falta.. y siguen faltando plataformas alternativas. 🧐
CEO y Country Manager | Impulsando Negocios, Generando Innovación | Transformando Visiones en Resultados Excepcionales. Gurú Digital . Estudios: Berkeley+IPADE+IBERO.
19 hLa clave está , como ha estado siempre. en la búsqueda constante de diferentes ángulos y perspectivas de las cosas. El peligro está en que los algoritmos también están diseñados para hacernos creer que tenemos las dos o tres caras de la moneda y que estamos decidiendo por nosotros mismos. La caverna de Platón en su máxima expresión. No hay nada más peligroso que el que no sabe que no sabe. El problema es que requiere esfuerzo. No simplemente el swipe up sino la búsqueda activa de información fuera de las plataformas. Eso requiere tiempo, esfuerzo, dedicación, interés y como todo en la vida : es lo que vale la pena. Abracemos al pensamiento crítico , festejemos la pluralidad (sin censura) y pongamos a La Libertad , así con mayúsculas, como eje de las conversaciones y el diálogo.