ACERCA DE LA LITERATURA: TRABAJEN VAGOS!!

Acerca de la literatura: Trabajen vagos

Medir y expresar la relevancia de algo o de alguien será siempre una tarea comprometedora y algo ingrata por esa permanente idea de no caer en polarizaciones, discusiones y evitar el conflicto. De alguna forma la sociedad con nosotros adentro propicia la idea de ser políticamente adecuados y correctos para llevar la fiesta en paz y relegarnos a un malsano equilibrio en donde todo da la mismo. No es raro entonces que, la capacidad de indignación sea altísima por su efervescencia y pobre consistencia, nos aterra todo y a la vez nada porque todo pasa y es crucial soltar. Ese es el caldo de cultivo donde lo majestuoso es lo eficiente, lo productivo y lo muy ocupado que seamos o parezcamos, de tal modo que, priorizar algo como la literatura pareciera ser un ejercicio propio de ociosos.  

Arrancar con el silencio que requiere hacer y leer literatura es pretender ser visto como alguien que posa de intelectual y abstraído del mundo que requiere movimiento y producción. En un país como el nuestro dónde comprar un libro que huele a goma, a tinta y a celulosa es y ha sido un lujo injusto cuando de las letras no se come, no se paga la hipoteca y no genera ganancias parece ser más que resistencia, una necedad; sin embargo, no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista y es la literatura quien está dando entre letra y letra silencio, calma y algo de utopía para conservar la cordura en un mundo cada vez más distópico y se agotan las idea a los mismos problemas sin solución.

 

Recuerdo a Irene Vallejo, la filóloga que en medio de la pandemia y con un hijo en la clínica convirtió su ensayo de tesis doctoral en un Junco que ha recorrido el mundo deleitando con historias del pasado, muy pasado a los jóvenes, filas y filas de jovencitos y ancianos que quieren una firma sobre un libro que habla de los libros y de la literatura.  Lo anterior, muy subversivo y fascinante cuando el ser humano en sus chispazos de humanidad reconoce que mucho de lo mejor del mundo ha pasado por las manos de la literatura.

La literatura está ahí, con nosotros, camina firme a nuestro lado sin pedir nada a cambio, se repliega y se mantiene entre artefactos y pantallas para acomodarse en un lugar donde es imposible ser olvidada: en las entrañas de quien lee, escribe y vuelve a leer para escribir.

Al final, la literatura es tan digna que no requiere ser importante por se sabe perenne sobre lo que en el día a día creemos que es verdaderamente importante.


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