Actitud Olímpica

El último viernes 23 fue la espectacular inauguración de los Juegos Olímpicos de Tokio. 5:30 am era la anhelada cita para ver qué “locura” presentarían los japoneses como consecuencia de su alto espíritu de trabajo e innovación tecnológica. No podía perderme este momento, pero tampoco quería perderme mi acostumbrado paseo en bicicleta (lo llamo así, para colocar las expectativas en el lugar adecuado, sobretodo, la de algunos amigos verdaderos ciclistas).

Hace 4 meses –post confinamiento-, decidí comprar una bicicleta para hacer deporte y atender todos los pedidos que democráticamente me son asignados en casa. Aunque con ciertos temores iniciales porque a pesar de los intentos de contar con ciclovias, no vivimos en una ciudad preparada para los ciclistas, por lo tanto, el primer paso fue preparar la indumentaria recomendada y algo más, casi al nivel de motocrossista profesional: Listo para ir a la “guerra”.

Nunca pensé que ese día en particular, mi acostumbrado paseo se convertiría en un contacto continuo con las Olimpiadas, ya que pude experimentar en mi trayecto la adrenalina de cualquier deportista de élite. Pareciera que ese día muchos amanecieron con la motivación de ser deportistas olímpicos. Automovilistas, motociclistas y ciclistas pasaban a grandes velocidades para ganar esta carrera contra la vida. Corredores, paseadores de perros, con poco control, caminadores, jugadores de fútbol o balonmano, o mejor llamarlos “tiradores”,  me habían elegido - sin que me de cuenta - como el objetivo para sus prácticas preolímpicas. Aparentemente, todo estaba preparado para pasar un mal momento, pero algo pasó. Decidí que nada ni nadie malograría este momento en contacto conmigo mismo. Yo mismo me sorprendí, porque de un momento a otro mi limitado nivel de tolerancia, afloró. 

Permítanme compartirles porqué: Por una sencilla razón, tuve la actitud de disfrutar el momento poniendo sobre la balanza lo que me motiva, por encima de lo que me altera. Recordé algo que comparto con muchas personas: La Actitud es la consecuencia de 2 elementos; Decidir y Buscar la Inspiración. Para comenzar a tener la actitud correcta es imprescindible que uno decida tenerla, porque cada vez que nosotros nos decidimos por algo en lo que creemos, actuamos con compromiso, pasión y somos más tolerantes frente a los ataques del entorno. Por otro lado, decidir tener la actitud correcta no siempre es suficiente, porque solo es el punto de partida, dado que el viaje para conseguir nuestras metas es largo y en algún momento aparecerán dificultades amenazantes, cansancio, tentaciones de abandono, pérdida de fe, entre otros.

En este viaje hacia nuestras metas es que debe surgir el segundo elemento: Inspiración. Necesitamos encontrar una fuente de Inspiración, algo contundente y que nos motive. La razón por la que iniciamos el viaje, muchas veces funciona como aliciente para perseverar, pero no siempre es suficiente. Por lo cual, estoy convencido de que en el trayecto hay que estar atentos a encontrar nuevas fuentes de inspiración, que fortalezcan nuestras convicciones.

Mientras más lejos estamos de la partida y más cerca de la meta, necesitamos más inspiración, ya que muchas veces la decisión que tomamos al comenzar el viaje, ya no tiene la misma fuerza impulsadora, por lo que es recomendable encontrar nuevos motivos de inspiración para decidir continuar. En conclusión, hay que entrar en este circulo virtuoso Decisión- Inspiración – Decisión …………………… Meta.

 No estoy seguro si lo que he compartido hasta acá es suficiente para conseguir nuestras metas, pero sí les puedo garantizar que es lo ideal para algo más importante: “sentirnos bien” “sentirnos felices”. Cuando eso pasa, la probabilidad de conseguir lo que buscamos se multiplica.

Para cerrar esta breve historia, ese día batí mi record personal en velocidad promedio, a la par de incrementar mi nivel de tolerancia. Me dejó de doler la cabeza, disfruté un delicioso desayuno y lo más importante: reí más que ayer.