¿Adicción a la comida? NO.
Actualmente estamos enfrentando una epidemia de obesidad. En ese contexto es frecuente escuchar sobre la “adicción a la comida”. Se han publicado estudios que han intentado validar este concepto.
En el campo de los trastornos de la conducta alimentaria, es casi imposible no asociar al Trastorno por Atracón con una “adicción a la comida”.
Como se ha descrito anteriormente el Trastorno por Atracón puede explicarse en términos de compulsividad (con la que pueden explicarse las adicciones); tanto en sus características psico conductuales, como por sus bases neurobiológicas: núcleos basales, en particular estriado y estriado dorsolateral, la amígdala y las cortezas prefrontales (aún asi el concepto de abstinencia en relación con el consumo de alimentos es bastante cuestionable).
Si bien las adicciones y el trastorno por Atracón comparten bases neurobiologías, eso no implica que se trata de la misma entidad. El sistema nervioso central es la orquesta que ejecuta todas las sinfonías de expresión emocional, cogniciones y conductas que podemos expresar los seres humanos; y en diferentes sinfonías necesariamente participan los mismos instrumentos.
El sistema de recompensa esta diseñado para otorgar una respuesta placentera a aquellas conductas que mejoren las posibilidades de sobrevivencia del individuo o la preservación de la especie. La alimentación cae en esa categoría.
Pero en términos evolutivos o de sobrevivencia las drogas de abuso no tienen un espacio. Se ha descrito de las sustancias de abuso que “secuestran el sistema de recompensa” y el sujeto adicto no obtiene ventaja real de la conducta.
Adicionalmente el constructo de “adicción a la comida” tiene bases endebles. Se trata en ultima instancia de un constructo en investigación (lo que no garantiza que exista) y no esta incluido en ninguna clasificación de enfermedades (dígase DSM 5 o CIE 10). No cuenta con un fundamento teórico neurobiológico ni estadístico que le otorgue validez.
Los modelos animales de adicción a la comida no podrían producirse en condiciones naturales, ya que los animales son sujetos de un “entrenamiento” o condicionamiento, antes de ingresar al paradigma de investigación. Los animales que desarrollan conductas de adicción (en particular a los azucares) solo lo hacen si son deprivados intermitentemente de los mismos, lo que no ocurre con las sustancias de abuso.
Se ha demostrado adicionalmente, que los afectos hedónicos de los azucares pueden disociarse en aquellos producidos por su valor energético y aquellos producidos por su sabor. Entre las sustancias de abuso ninguna (con la excepción del alcohol) tiene valor energético o nutricional.
Los conceptos de abstinencia y tolerancia no han sido definidos en relación con el consumo de alimentos, si bien aun con esas deficiencias se emplean en las escalas de “adicción a la comida”. Esto esta relacionado con la practica imposibilidad de homologar la farmacocinética (la dinámica de absorción y distribución de un fármaco en el organismo) de las sustancias de abuso, con el metabolismo de los alimentos.
The Yale Food Addiction Scale, el estándar de oro de diagnóstico de “adicción a la comida” arroja resultados positivos entre el 47.6% y el 56.8% de los portadores de Trastorno por Atracón y hasta en el 86% de aquellos que padecen Bulimia Nervosa. No es capaz de diferenciar entre entidades clínicas marcadamente diferentes y es muy probable que, mas que medir una verdadera “adicción a la comida” mida más bien características propias del Trastorno por Atracón o de la Bulimia Nervosa.
La utilización en el campo clínico del concepto de “adicción a la comida” es además peligrosa.
Es incompatible con los modelos de comer intuitivo. Necesariamente implica la categorización de algunos alimentos como “malos” dada la propiedad de ser “adictivos”. La categorización de alimentos como “malos, chatarra o prohibidos” esta contraindicada en el manejo de los Trastornos de la Conducta Alimentaria, mientras que en obesidad no representa utilidad alguna.
Finalmente, en referencia al Trastorno por Atracón, a los Trastornos de la Conducta Alimentaria en general y a la obesidad, se trata de diagnósticos de orígenes multifactoriales y consideramos como una “adicción” no haría más que sobre simplificarlos y desviar el tratamiento de objetivos mas relevantes.