¿ICONOS DE ADVERTENCIA Y LEYENDAS SON SUFICIENTES CUANDO SE TRATA DE UNA NECESIDAD INCONTROLABLE?
“… hay conductas que pueden generar una recompensa o una sensación de placer muy parecida a la de las drogas como puede ser el sexo, como puede ser el apostar, como puede ser las compras y a los que nos gusta cualquiera de estas nada mas pensemos recordemos que pasa cuando lo hacemos y hay una cierta gratificación, una sensación de placer, segunda idea, es que los alimentos no nada mas es la recompensa que da lo que significa, por ejemplo, en nuestra sociedad que es lo que pasa ahí, el tener una comida puede ser en un velorio, como en un festejo, como en una graduación, es decir, el alimento no es solo el valor nutricional que tiene, si no lo que representa a nivel social, que también tiene un sistema de placer o gratificación y la tercer idea es que incluso se ha hablado de un cierto papel perverso de los productores, o de la cuestión de comida chatarra, que es lo que se ha visto, que son alimentos que tiene un nivel nutricional bajo, son alimentos que son alimentos baratos de hacer y que tiene características que al momento que actúan o que los percibe el cerebro estos que tiene azúcares derivados del maíz generan unas sensaciones muy parecidas a las que pueden dar algunas drogas o el alcohol, una sensación de placer entonces la parte perversa es que muchos de los alimentos chatarra es que al tener altas cantidades de azúcares o de derivados del maíz pueden provocar esta sensación y de alguna manera ser adictivos o de generar un placer mayor, que en personas susceptibles puede generar este fenómeno..”[1]
Si bien es cierto que “la adicción a la comida” aún no se encuentra contemplada como una enfermedad en el DSM-5[2] o en el CIE[3], también lo es que es un comportamiento frecuente en la sociedad actual, a causa tanto de las circunstancias que rodean al individuo como de trastornos fisiológicos y/o emocionales, tales como, la necesidad de llenar o apaciguar una emoción con ciertos alimentos que proporcionan una sensación de bienestar o de calor, de la falta, disminución o mal funcionamiento de aquellas sustancias propias del individuo que tienen que ver con la saciedad, el nivel de glucosa lo cual provoca que el cerebro sigue manifestando la necesidad de comer, aquella persona que detecta que los alimentos le proporcionan algo positivo, sintiendo un placer exacerbado al momento de ingerir cierto tipo de alimentos.
Ante estas premisas debemos preguntarnos si realmente un sistema de etiquetado frontal que “informa” al consumidor sobre el contenido de ingredientes cuyo consumo en exceso provocan un daño o posible riesgo a la salud, realmente es preciso afectar los derecho de propiedad intelectual de las empresas, obligándolas a dejar de utilizar a sus personajes distintivos o a aquellas figuras que los han distinguido a través de los años de entre los cientos de productos de la misma categoría.
Realmente los consumidores afectados por padecimientos psicológicos o fisiológicos que los alientan a sobrealimentarse de productos con bajo valor nutrimental, dejarán de consumir los conocidos como alimentos chatarra por el simple hecho de que en su etiqueta existen iconos que indican que contienen ingredientes cuyo consumo en exceso pueden ocasionar un daño a la salud, estos indicadores son los suficientemente impactantes como para detener o disminuir el consumos de los mismos no solo por personas afectadas, si no por los consumidores en general incluso por los menores de edad.
Mas allá de cualquier restricción publicitaria o de etiquetado para los alimentos y las bebidas preenvasadas, cuya única consecuencia es la gran afección a la industria y a los valores intangibles de su propiedad intelectual, la instituciones gubernamentales y la industria privada debería considerar la implementación de programas de educación alimentaria, que beneficiarían no solo a la población en general, si no a la industria misma ya que podría conservar su propiedad intelectual y comercializarlos de una manera socialmente responsable.
[1] Entrevista al Dr. Mario González Zavala.- Médico especialista en psiquiatría y manejo de las adicciones.
[2] Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales, quinta edición
[3] Clasificación Internacional de Enfermedades, de la OMS
Partner at Arochi & Lindner
3 añosQue buen artículo Celmira!!! Muchas felicidades.