Conversaciones de café - Adivina a qué le tengo miedo

Conversaciones de café - Adivina a qué le tengo miedo


Sentados a la mesa, mi familia y yo estábamos hablando de las fobias. Yo mencioné lo mareado que me pongo cuando me paro en lo alto de un edificio, o la inquietud que me da en ocasiones cuando manejo en la carretera. Ja, ja, ja… Le temes a las alturas y no le temes a volar? Y además tú manejas mucho también, -dijo uno de mis sobrinos. Bueno, para empezar, una licencia de vuelo no se consigue igual que una de manejo. Detrás de un aviador hay toda una historia de mucho estudio, práctica y deseos de volar. Detrás de un conductor hay una historia de… ¡ve tú a saber! y de necesidad de manejar. Ya sea por razones de trabajo, de estudio o por lo que sea, casi cualquier persona puede ponerse tras un volante. Hay una enorme disparidad en las estadísticas de accidentes en la carretera vs. accidentes en el aire. No se pueden mezclar las peras con las manzanas. Le dije a mi sobrino que el miedo antes de ir a la carretera para mí es como el miedo a ir a un zoológico imaginario en donde las jaulas no tienen candados ni muros. No sabes con qué te vas a topar. El pasado lunes, al ir manejando rumbo a mi trabajo, vi cómo dos conductores usaban sus vehículos y la velocidad para intimidar a los demás. Ni imaginar qué podrían traer encima o qué razones tendrían para actuar así. Ya casi al final de mi viaje, un automóvil me rebasó a una velocidad endemoniada. El tráfico estancado más adelante obligó a su conductor a pararse en seco. Contemplé horrorizado que se trataba de una mujer hablando por su celular y… desplegando en el espejo retrovisor una placa de persona discapacitada.

En fin, como sucede con la mayoría de las personas, tengo muchos miedos. Pero más que a las alturas o a las arañas, detesto admitir que les temo más a los seres humanos.

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