Agrobiotecnología demorada
M.Sc. Cecilia González Paredes - Publicado en Tarija Economía Edición 202 de marzo, 2019
El 2005, se aprueba el primer evento para cultivo biotecnológico en Bolivia. El proceso duró al menos 5 años y desde entonces no se ha logrado desarrollar el marco nacional de bioseguridad, que permita formar capacidades e impulsar la investigación dentro del país.
A raíz de entrar en una paralización en este ámbito, en parte impulsado por grupos cargados de ideologías sin fundamento, es que llegamos al 2019 y aún nuestros productores en el Oriente del país no cuentan con variadas herramientas que les permitan hacer frente a las variaciones climáticas o incluso reducir el uso de agroquímicos en sus cultivos.
Es también el tercer año consecutivo, que cierta región en Santa Cruz, enfrenta sequías, mientras que otra enfrenta exceso de lluvias. Los municipios de Pailón y Cuatro Cañadas, principalmente, han alcanzado rendimientos de soja por debajo del promedio y lo mismo sucede en sus rotaciones con trigo, maíz y otros cultivos. A esto se suma, que las plagas siempre aprovechan las condiciones climáticas adversas, para hacer su festín del cultivo. Esto implica mayor gasto del productor.
Mientras durante todos estos años, países vecinos han arreglado su marco de bioseguridad, además de incentivar la investigación y el desarrollo de empresas nacionales para generar nuevas semillas, capaces de brindar soluciones a la gran colección de problemas que presenta el cultivo de alimentos, acá se tomó la decisión de no avanzar ninguno de los dos temas.
Luego de tanto reclamar, finalmente el Gobierno ha dado una señal de que aceptará el uso de el evento de soja HB4, con tolerancia a la sequía, para que la producción se destine a la obtención de biodiesel. Si bien, la torta de soja que resulte de este proceso, aún podrá ser utilizada para elaborar alimento para animales de granja, cabe cuestionarse si el gobierno ha logrado visualizar los constantes conflictos que enfrentan los productores en cuanto a plagas y uso excesivo de plaguicidas. Problemas que a la larga podrían repercutir en una baja general en la producción de alimentos.
Curiosamente, aceptamos que el desarrollo tecnológico en otros aspectos, forme parte de nuestra vida. Sin embargo, cuando se trata de que los productores del agro en el país, puedan acceder a nuevas herramientas para trabajar, se les pone todos los obstáculos. El pasado viernes 15 de marzo, nuevamente las agrupaciones de campesinos y productores en Santa Cruz, insistieron en su demanda para que se les permita utilizar biotecnología.
Lamentablemente, y gracias a los grupos que son partidarios de la pobreza y mayor contaminación, han logrado grabar en la sociedad la idea de que la biotecnología equivale únicamente a semillas OGM (organismos genéticamente modificados). En realidad, la biotecnología aplicada a la agricultura, abarca diversos aspectos: microorganismos, uso eficiente de fertilizantes, reducción de plaguicidas, manejo integrado de plagas, mejora en las propiedades nutricionales de los alimentos e incluso en soluciones para evitar su oxidación y que sean descartados cuando son puestos a la venta por magulladuras.
Bajo este panorama y con una solución tan puntual a una problemática más amplia, sólo queda lamentar que quizás tengan que pasar otros 10 años para que Bolivia logre abrir los ojos y descubrir el potencial que tiene para desarrollar su propia biotecnología para generar las soluciones que aquejan a todos los productores de alimentos. Sin el trabajo en conjunto de academia, empresa privada, productores y gobierno, seguiremos demorados en cuanto a poder brindar herramientas propicias a los héroes que nos alimentan.