Al final lo que realmente importa de un trabajo se resume en dos palabras: ambiente laboral

Existe tal desconexión entre las universidades y los sectores productivos, que uno al graduarse no tiene plena certeza, o ninguna en mi caso personal, de en dónde le gustaría a uno empezar trabajar y ganar los primeros años de experiencia laboral. Seamos sinceros, así no sea la mejor manera de encontrar ese primer trabajo, en muchos casos uno le apunta a lo que salga. Uno tira la atarraya y espera pescar así sea un pez.

Encontrar ese primer trabajo, por un lado, se convierte, en algunas ocasiones, en algo de suerte. Toparse con un equipo de trabajo y/o jefe que apueste por nosotros y nos dé la oportunidad de aprender y empezar a trabajar en alguna organización en la que desconocemos realmente a lo que nos vamos a enfrentar. O de igual forma, por otro lado, se convierte a su vez en dar saltos al vacío: tomar riesgos. Entrar a una organización que pertenezca a un sector que no esté relacionado a lo que estudiamos en el pregrado y en la que uno deba aprender todo desde cero, ver cómo se van dando las cosas e ir definiendo en el camino qué nos gusta y qué no, o mejor aún si nos vemos o no a largo plazo trabajando en ese sector.

Para mí en el 2018 fue una combinación de ambos factores lo que me permitió entrar al sector financiero, puntualmente a una banca de inversión, sin ni quiere saber en ese entonces cuáles son los estados financieros de una compañía y mucho menos hacer modelos financieros proyectando cuentas cuyos movimientos contables explican en el Plan Único de Cuentas (PUC).

Viendo la importancia y trascendencia que toman los primeros años de experiencia laboral y como estos nos ayudan a ir allanando nuestro camino laboral y a construir nuestro perfil profesional a largo plazo, ¿qué criterios de selección deberíamos tener en cuenta al momento de vincularnos o no a una organización? Esta pregunta no tiene una única respuesta y sobre todo no hay respuestas correctas o incorrectas, la respuesta depende de lo que esté buscando cada uno a nivel profesional y que camino laboral quiere empezar a recorrer.

Sin embargo, desde mi punto de vista y de acuerdo con algunas opiniones que he reunido en estos años, hay dos aspectos que resalto y considero son cruciales al momento de decidir si debemos empezar a trabajar en una organización o en dado caso decidir si debemos seguir trabajando en la misma después de un tiempo.

El primero, es qué tanto voy a aprender o seguir aprendiendo en esta organización. El segundo, al que le dedicaré lo que resta de este escrito, es cuáles son las dinámicas del equipo de trabajo al que voy a ingresar o al que pertenezco; dinámicas que dependen directamente de los jefes o líderes (ser jefe es diferente a ser un líder, no voy a entrar en esa discusión en este momento) de los equipos a los que vamos a pertenecer o pertenecemos y por ende del ambiente laboral en el que vamos a trabajar o nos encontramos trabajando actualmente.

En mi opinión un buen ambiente laboral depende de que:

  • En los equipos de trabajo se tenga una comunicación clara y respetuosa.
  • Los equipos de trabajo estén abiertos a nuevas ideas y sobre todo respeten las ideas de los nuevos integrantes por más locas y equivocadas que estén en un principio. Recuerden que “las opiniones disidentes son útiles, incluso cuando son equivocadas” (Grant, 2017).
  • En los equipos de trabajo los pares den retroalimentación de forma positiva y respetuosa, al igual que los jefes.
  • En los equipos de trabajo las personas no son castigadas por plantear discrepancias. Los equipos quieren y cuidan a los empleados que piensan diferente.
  • En los equipos de trabajo las decisiones se tomen por meritocracia de una idea, no de acuerdo con jerarquías ni de quién las dijo.
  • Los jefes exploten las cualidades y habilidades de todos los miembros de su equipo y no solo de los integrantes antiguos de su equipo.
  • En los equipos de trabajo no se fuerza a toda costa y a como dé lugar a los nuevos integrantes a encajar, los equipos reconoces que en las diferencias y en la discusión de ideas está la fuente de la originalidad. Como diría Adam Grant en su libro Originales: “El pensamiento de grupo es el enemigo de la originalidad; las personas se sienten presionadas a adaptarse a las opiniones dominantes en lugar de defender la diversidad de pensamiento”.
  • Los jefes reconocen sus errores y son consciente que hay miembros de su equipo que pueden llegar a saber más sobre un tema que inclusive ellos mismos; los jefes reconocen que no se la saben todas y está dispuesto a escuchar ideas nuevas y diferentes.
  • En los equipos de trabajo se discuten ideas y estas no se imponen.
  • En los equipos de trabajo se reconoce que todos sus miembros aprenden a ritmos diferentes.
  • En los equipos de trabajo no hay cabida para egos.
  • Los jefes en todo momento son impecables con su palabra, son ejemplo para los integrantes de su equipo y si se equivocan son capaces de reconocer sus errores y pedir perdón.
  • En los equipos de trabajo hay cero tolerancia frente al acoso laboral (en las universidades se deberían incluir clases en lo que se explique qué es acoso laboral, desafortunadamente el acoso laboral ha permeado más de lo que creemos en las organizaciones y ni si quiera sabemos qué es).
  • En los equipos de trabajo está bien no estar bien y se prioriza la salud mental de sus miembros sobre cualquier cosa (¿Por qué no normalizamos ir al psicólogo y a cualquier tipo de terapia dentro de los equipos de trabajo?¿Por qué no empezamos a hablar de salud mental en los trabajos?).
  • Los jefes dejan desconectarse del trabajo y descansar a sus equipos, reconocen que el trabajo es solo uno de los muchos aspectos de la vida de sus subalternos. La vida de todos está compuesta por varios aspectos que se interconectan entre sí, como lo son el trabajo, la salud, la familia, la fe, el deporte, los amigos, el ocio, el amor, entre otros (la rueda de la vida).
  • Esta es una lista abierta, ¿Qué otros aspectos incluirían en este listado?

No obstante, como recién graduados y profesionales juniors, como personas y profesional que están dentro de una curva de aprendizaje, también debemos dar de nuestra parte para lograr contribuir a una buena dinámica dentro del equipo y a un buen ambiente laboral. Conforme pedimos, debemos dar de nuestra parte.

Por ejemplo, debemos aprender en qué momento hablar y en qué momento es mejor guardar silencio, debemos estar abiertos a aprender y desaprender todos los días, debemos escuchar, debemos ser respetuosos y no creer que nos la sabemos todas. Igual, discutamos como si tuviéramos la razón y escuchemos como si nos equivocáramos y recordemos que los errores que lamentamos no son los errores por comisión sino los errores por omisión; la mayoría de nosotros si viajáramos al pasado nos censuraríamos menos y expresaríamos más nuestras ideas (Grant, 2017). 

En definitiva, si bien el salario económico es determinante al momento de definir si vamos a ingresar o a continuar en una organización, mi invitación es que debemos, en la medida de nuestras posibilidades, empezar a ponderarlo con el salario emocional. En este último confluyen varios temas dentro de las organizaciones, como por ejemplo los jefes y las dinámicas dentro de los equipos de trabajo, que nos permite tener un balance entre los diferentes aspectos que componen nuestras vidas (la familia, los amigos, el ocio, la fe, la salud (física y mental), el trabajo, entre otros). Por eso en gran medida al final lo que realmente importa de un trabajo se resume en dos palabras: ambiente laboral.

Bibliografía

Grant, A. (2017). Originales. Planeta.

Pablo Isaza Navarro

Empoderando a equipos financieros y operativos a automatizar sus procesos de control.

2 años

Totalmente de acuerdo! Finalmente vamos a dedicar mucho más que horas de trabajo a ese lugar y debemos construir equipos conscientes de estas dos palabras: ambiente laboral.

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