ANSELMO GUTIERREZ ⛵️

ANSELMO GUTIERREZ ⛵️

En los últimos años creé el habito de levantarme temprano y salir a correr antes de que despierte la ciudad en la que vivo. Lo hago los martes, jueves y domingos. Los días de semana suena el despertador a las 6:30hs y los domingos a las 9hs. Desayuno algo liviano, generalmente acompañado por alguna fruta, me pongo los shorts, dependiendo del clima, camiseta térmica o remera manga corta, medias a la altura del talón y zapatillas. En la semana, 6:55hs cierro la puerta de casa. A las 7hs clavadas me apoyo en la baranda que da al río Luján sobre Tedín y Paseo Victorica para elongar los músculos. Primero los gemelos, después los cuádriceps y antes de estirar la zona lumbar, escucho siempre el mismo ruido. La chata almacén de Anselmo que se acerca despacito. Estamos cronometrados. Yo estiro y el pasa camino al Delta de Tigre a vender sus productos. Lo veo venir desde el lado del Río de la Plata, con la bruma del amanecer, el inconfundible ruido del motor Perkins seis cilindros diesel y las olas mansas que golpean contra tierra firme. Cuando estamos enfrentados en una perfecta línea recta, separados por unos 30 metros, hago la venia militar y grito: “Anselmoooooo”. Así, con seis “o” al final mientras bajo el tono de voz en las últimas tres para terminar con la boca como si estuviera cantando un dos de espada. Él responde tocando tres bocinazos. Los dos primeros cortos y un último que dura el doble que los anteriores. Le suma al saludo una sonrisa gigante, sin cuatro dientes, y un brazo levantado con la palma abierta y gastada de tantos años de laburo. Este ritual lo repetimos durante los últimos cuatro años.

Lo conocí un jueves de febrero de 2015. Me puse a elongar después de entrenar, eran las 8 aprox. Lo vi arreglando algo en la cabina. De chusma, me acerqué. Siempre me interesó la vida de estos personajes que usan los barcos y el agua para ganarse el pan. Cómo le va, ¿lo puedo ayudar en algo? Le dije. Me miró algo sorprendido y preguntó ¿Se anima a sostenerme el timón? Por supuesto, permiso. Me agarré fuerte de la columna del muelle y pegué un salto hasta la chata. Arriba de la puerta tenía un cartel: “Almacén Cachito” y otro más chico que decía “Hoy no se fía, mañana sí”. En el techo había varias bolsas de carbón y otras tantas de leña. Bajé dos escalones y entré a su mundo, frutas y verduras de todos los colores, daba la sensación que estaban recién cosechadas. Una heladera llena de carne y pescado. En los laterales de la chata colgaban varios estantes con productos no perecederos. Perdón el desorden, ¿cómo es su nombre? Federico, un gusto. Mirándonos a los ojos nos dimos un apretón de manos fuerte y seguro. Anselmo Gutiérrez, el gusto es mío. Seguí las instrucciones y le sostuve el timón a 45º grados. Sosténgalo así que ya vengo. Pegó dos o tres martillazos en la popa de la chata y se acercó sonriendo. No me está andando bien la dirección y tengo que llevarla al taller, pero con esto aguanta hasta la vuelta,dijo mientras se acomodaba su boina bordó. Me ofreció un mate, lo acepté. Intercambiamos varias preguntas, sentí conocerlo. Me hubiera quedado toda la mañana pero me corría la rutina. Anselmo, lo dejo que me tengo que ir a trabajar. Yo también tengo que partir, muchas gracias por la ayuda, llévese una banana que hace bien a los calambres.Nos saludamos y me fui para casa. Al martes siguiente lo vi pasar y comenzamos el ritual de saludarnos a la distancia.

Las últimas cuatro Navidades, días más, días menos, frenó a “Cachito” en el muelle de Tedín y compartimos unos mates con pan dulce. Esta última de 2018 le regalé un libro y me prometió acompañarme algún día a la cárcel. Las veces que hablamos del tema siempre se mostró muy empático. Si no fuera por mi viejo, hubiera terminado en cana Fede. El siempre me inculcó que el laburo dignifica pero tardé mucho en darme cuenta… A él le decían Cachito, por eso el nombre de la chata. Por suerte, acá estoy, a mis 78 años ganándome la vida con esto; y palmeaba el marco de la puerta de la chata. Lo noté algo cansado, y más flaco de lo normal. Le pregunté por su salud y me dijo “mal pero acostumbrado”.

Durante enero y febrero repetimos el ritual del saludo y en marzo empezó a ausentarse. Lo vi el primer martes de mes y recién volvió a aparecer al martes siguiente. Le grité para que se acercara al muelle. Me saludó pero hizo como que no entendía y siguió navegando. Ese día tenía los dedos más flacos de lo normal, y su sonrisa ya no era tan grande. Lo noté triste. Lo seguí desde tierra firme trotando para decirle que vaya al muelle pero me interceptó la baranda. Quería tirarme al río, pero no era una buena opción… Ese martes fue la última vez que lo vi. Fui a entrenar un par de veces más, esperando que aparezca, corriendo con un nudo en la garganta, mirando el río y sin auriculares para tratar de escuchar a “Cachito”.

Hace cuatro meses que no corro. El despertador suena a la misma hora, en lugar de los shorts me pongo un jogging y una campera y camino hasta la baranda que da al río Luján sobre Tedín y Paseo Victorica. Me apoyo y reflexiono sobre la vida, la muerte y la amistad. Saco mi cuaderno, anoto algunas conclusiones y hago garabatos de chatas isleñas.

Recién vengo de estar apoyado en la baranda. Escuché el ruido del motor Perkins. Me quedé paralizado, era “Cachito”. Grité un par de veces “Anselmoooooo”, pero nadie salió. Al ser domingo, hay bastante más ruido de lo normal y supuse que no me escuchó. Esperé a que la chata se ponga en línea recta, hice la venia militar y volví a gritar. Pero esta vez no hubo tres bocinazos de respuesta, ni dos cortos ni uno largo. Caminé rápido sobre la vereda para decirle a Anselmo que necesitaba saber de el, pero ya no colgaba el cartel de “Hoy no se fía, mañana sí”, ni tampoco timoneaba una boina bordó.

Jose Brea

Consultor en Funcionamiento Organizacional

5 años

Tremendo!!!!

María Ducos

Project Management | Comunicación, contenido y tecnología | Storytelling

5 años

Personajes fugaces con huellas indelebles, que lindo Fede!

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Otros usuarios han visto

Ver temas