APRENDIZAJE EN LOS AEROPUERTOS

APRENDIZAJE EN LOS AEROPUERTOS


Cada vez que me encuentro en un aeropuerto con motivo de un viaje de negocios, una misma sensación me inunda una vez pasados todos los controles, trámites, búsqueda y acomodo en la zona de embarque correspondiente a la puerta de turno. Miro a todo mi alrededor, observo y me detengo. “Me encantaría saber el motivo por el que cada una de las personas que por allí se encuentran, tienen para estar precisamente allí”, me digo para mis adentros. Me vuelvo pequeño, transito de un estado de embriaguez que me acompaña durante las 3 horas de camino desde Don Benito al aeropuerto, hacia un choque de realidad que sólo en ese lugar soy capaz de experimentar.

Desde el minuto uno en el que pones rumbo hacia el aeropuerto, con la mente puesta en el viaje que está por ofrecerse, con las ganas y las ilusiones despertadas por lo que acontecerá durante la semana de trabajo en el país X, uno comienza a sentir que no hay nadie más que ese mismo día vaya a tener un viaje de negocios, ni tan siquiera piensa que habrá miles de personas que al igual que tú, también estarán viajando con el deseo de volver a casa con la cabeza bien alta por el trabajo bien hecho. Esa sensación de “sólo yo y nadie más que yo” me acompaña hasta que como dicho anteriormente, mi mente se da de bruces con la realidad que sólo el aeropuerto tiene la capacidad de ofrecer.

“Despierta”, me digo; “no eres tan importante en este mundo como para que fleten un avión sólo para ti”. Ni tampoco para mover tanto volumen de negocio como para pensar que sólo tú vas a ejercer tu profesión.

En ese momento comienzo a ver las cosas con otra perspectiva. La maquinaria de la relativización se pone en marcha; y afortunadamente dirige todo su potencial a decantar la balanza en favor de lo positivo, tendiendo a tomar consciencia de lo afortunado que soy por estar en ese momento allí para el fin para el que estoy, que no es otro que trabajar.

El contrapeso de la balanza comienza a ser alimentado por reflexiones en silencio que me animan, ya que a menudo tiendo a pensar que con seguridad un alto porcentaje de las personas allí presentes, no tienen la dicha de estar embarcando rumbo a jornadas de trabajo que le aportarán cosas muy positivas, si no que puede que por desgracia, otros fines menos lucrativos y quizás con tintes amargos, sean el motivo de su viaje.

Inmerso en esa pequeñez y dada cuenta de lo afortunado que una persona puede llegar a sentirse con un mínimo instante de reflexión, inicio a empaparme del entorno cosmopolita que habita en las inmediaciones de las puertas de embarques. Suelo fijarme en las familias que posiblemente ocupen algún lugar en mi mismo avión e intento analizar sus comportamientos. Todos los profesionales, por más altos cargos que ocupen, tienen una vida familiar que es muy interesante conocer para poder entender, comprender, y empatizar con ellos. Esos comportamientos naturales, no forzados por la “rigidez” de su posición, movidos por la improvisación del que siente que no tiene que rendir cuentas ni que está siendo observado, pueden en ocasiones servir de aprendizaje. Son detalles que enriquecerán el bagaje cultural que un profesional de comercio exterior tiene que adquirir de los países en los que trabaja. 

Parar, observar y reflexionar. Son sólo instantes que nos aportarán muchísimo si somos conscientes de la riqueza que se nos presenta cada vez que tenemos la oportunidad de pasar momentos en los aeropuertos. 

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Suziane Ferreira

Negocios Internacionales| Formación en Comercio Exterior para equipos empresariales| Consultoría de Internacionalización | Operativa de importación y exportación | Formándome en Representante Aduanero 🚢🛃🚛🌍🌎🌏

4 años

Echando de menos esos momentos aeropuertos....

Cada vez escribes mejor xarlie ! Haha abraceten crack !

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