Argentina y Latino America ante un Nuevo Comienzo ?

Hoy el nuevo presidente de Argentina, Mauricio Macri, inaugura la asamblea legislativa del país. Lo hará a través de un discurso que mantiene expectantes a más de la mitad del país y a la comunidad política y de negocios internacional. Es mucho lo que tendrá que decir sobre la herencia que recibió del anterior gobierno, pero mucho más aun sobre lo que hará para resolver los problemas históricos que aquejan a su país. Ese es exactamente el cambio de mentalidad requerido no solamente en los gobernantes sino también en toda la clase dirigente y la población en general. Yo no concuerdo en que los problemas de Argentina y de Latinoamérica en general sean económicos, o políticos, ni siquiera solo sociales. Yo creo que sus problemas son inherentemente culturales. Sociedades que enfocan su ethos cultural en el pasado, la queja, el reclamo, ignorar la ley en forma sistemática –desde la madre de familia que va al supermercado y se “cola” en la fila sin pedir “por favor”, el automovilista que viola todas las normas de tránsito posibles, hasta el gran empresario que cree tener derecho a no pagar los impuestos, pasando por toda una clase política corrupta o corruptible- aniquilan toda forma de convivencia - hasta las más elementales- y no sirve, ni nunca le servirá, ninguna forma de gobierno o signo ideológico. En ese sentido la tarea es ciclópea. Y no se agota en lo que pueda decir hoy el presidente de Argentina, al iniciar simbólicamente un nuevo periodo no solo en su país sino posiblemente en toda la región. Para comenzar ese cambio cultural, quiero proponer un punto de vista (reconociendo que mi visión esta sesgada por mi ocupación), que es el siguiente: en Latinoamérica quizás la clave esté en el lugar donde la gente pasa más tiempo de sus vidas: el trabajo. Necesitamos una profunda revolución ética. Como los comportamientos se modifican desde el liderazgo, países como Argentina deben iniciar una reforma ética en el perfil y conducta de sus líderes en todos los niveles, y fundamentalmente en el lugar de trabajo. No podemos esperar que las soluciones lleguen “del gobierno”. Los que tenemos la responsabilidad de dirigir gente y generar políticas de convivencia sustentables, tendremos que reflexionar y proponer cómo lo hacemos. La buena noticia es que somos muchos los que podemos contribuir para esta revolucion ética. La tarea empieza ahora.