“Arriesgarse es perder momentáneamente el equilibrio. No arriesgarse es perderse a uno mismo”.

En el ámbito del coaching, decimos que el camino hacia el crecimiento y la realización personal y profesional pasa, muchas veces, por tomar riesgos.

Cuando nos arriesgamos, salimos de nuestra zona de confort y nos aventuramos hacia lo desconocido. En ese proceso, es posible que experimentemos momentos de inestabilidad y desequilibrio, ya que estamos enfrentando miedos, desafiando nuestras creencias, valores, métodos y costumbres y explorando nuevas posibilidades.

Al evitar los desafíos o posponer las decisiones (que implica decidir postergar), podemos estar limitándonos a una versión reducida de lo que podríamos llegar a ser, reduciendo nuestro potencial y perdiéndonos oportunidades de crecimiento (¡nos perdemos!).

¿Por qué suele ocurrir esto?

- Conformismo: se manifiesta al adaptarse al contexto, seguir patrones establecidos o cumplir con las expectativas de los demás, lo que puede llevar a reprimir la propia individualidad y los sueños.

- Apatía: caer en la rutina, sin pasión ni sentido de propósito.

- Miedo al fracaso: evitar tomar decisiones por temor a equivocarse, paralizando el crecimiento.

- Falta de autenticidad: mostrar una imagen falsa de uno mismo para encajar en un molde familiar o social.

¡Que esta semana tomes la responsabilidad sobre tu vida, te animes a desarrollar todo tu potencial y a ser la mejor versión de vos mismo!

¡Que tengas una buena semana!

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