Artículo El Economista: Un año de tedio en la deuda soberana de Europa pese al sobreendeudamiento histórico
Tras los masivos estímulos fiscales y monetarios para apoyar la actividad económica y reducir las tensiones financieras, la deuda pública se ha incrementado de forma generalizada, y los tipos de interés se han recortado y se sitúan ahora en niveles históricamente bajos. Es posible que sean necesarias más medidas contracíclicas adicionales. Asimismo, no se espera una reducción significativa de los estímulos actuales, al menos hasta que la recuperación se consolide.
El fortalecimiento del euro frente al dólar y las débiles expectativas de inflación son ya argumentos a favor para que el BCE amplíe el tamaño de su programa de compras de activos.
Los diez principales países del grupo realizarán emisiones de deuda a largo plazo por 1,203 billones de euros en 2021.
El BCE se ha convertido en una suerte de pozo sin fondo para las emisiones de deuda soberana: los países del euro han recurrido a un nivel de endeudamiento sin precedentes para afrontar un gasto público que se ha disparado con la pandemia. Y si bien el BCE no adquiere de forma directa en las subastas los bonos que emiten los Gobiernos, con su programa de compras aseguran la demanda necesaria por parte de los inversores para el éxito de esas colocaciones.
Los ambiciosos programas de compra de activos del BCE en el mercado secundario han logrado comprimir las primas de riesgo de las economías periféricas, de modo que un repunte del riesgo soberano no aparece en el radar. Además, otros factores a destacar son el diferencial positivo entre la tasa de crecimiento de la economía (g) y unos tipos de interés (r) en mínimos históricos, así como la composición de la deuda pública europea (el vencimiento de las obligaciones ha aumentado y a mediados de 2020 se situaba en unos holgados 7,5 años de promedio). Este diferencial positivo provee una red de seguridad a corto plazo, pero será indispensable diseñar un plan que garantice la sostenibilidad de las cuentas públicas; tarde o temprano, el tipo de interés al que se financia el tesoro público repuntará.
Reducir la deuda pública será necesario para asegurar que no haya problemas de sostenibilidad que puedan provocar inestabilidad financiera y dificultades en los países para financiarse en los mercados. Sin embargo, ello no es la única razón, el hecho de que no reducir una deuda pública elevada tiene efectos negativos sobre el crecimiento a corto y medio plazo. A corto plazo, una deuda elevada es especialmente problemática en la eurozona al tratarse de una unión monetaria donde las autoridades nacionales usan principalmente herramientas fiscales para atenuar los shocks económicos asimétricos. Y una deuda elevada implica un menor margen para desarrollar políticas fiscales contracíclicas.
A nivel europeo, un aumento de la deuda pública del 60% al 120% en las economías periféricas de la eurozona podría llegar a generar una pérdida permanente cercana al 3,0% del PIB a largo plazo. Cuanto mayor sea el grado de distorsión de los impuestos que se aumenten, mayor será el efecto negativo de tener una elevada deuda pública; en otras palabras, la política impositiva importa y mucho.