Bitcoin: "el oro Digital"
Bitcoin: El oro digital
Mayid Sáder
Un individuo asiste a su médico de cabecera, a quien le relata una profunda angustia por haber trabajado arduamente durante meses para lograr obtener un objeto, y posteriormente, haberse esforzado denodadamente para esconderlo y protegerlo para que ninguna otra persona pueda encontrarlo. Seguramente el profesional de la salud estudiará esta conducta y la calificará como una patología producto de un trastorno del comportamiento, y le recetará alguna terapia psicológica acompañada de una batería de psicofármacos.
El relato anterior refiere al comportamiento que los humanos hemos tenido por siglos con el oro. Se han librado guerras, se ha asesinado y se ha realizado denotados esfuerzos para obtener, esconder y proteger este mineral. Todo esto se debe a que decidimos como especie, acumular y vehiculizar el valor a través de este metal que sirve muy poco para la vida cotidiana de los individuos pero que es fundamental para explicar el desarrollo económico y social en nuestra historia, particularmente hasta el año 1971.
¿Quién dictaminó que fuera el oro y no el plomo, el uranio, el cobre, etc.?
¿es por que brilla?
La respuesta a estas preguntas nadie las conoce. Al igual que nadie conoce el motivo por el cual decidimos utilizar el lenguaje para comunicarnos, ni nadie conoce el motivo por el cuál el cristianismo caló tan hondo en Occidente. A este tipo de decisiones colectivas se las denomina “órdenes espontáneos” y refieren a que los individuos por el mero uso de nuestra decisión y voluntad, elegimos determinadas “cosas” sin un orden específico o una voluntad de un grupo superior jerárquico.
A partir del año 1944, en los acuerdos de Bretton Woods comenzó un nuevo vehículo del valor, el dólar como moneda fiduciaria y que tenía un supuesto respaldo en oro. Esta relación dólar – oro duró poco tiempo, quebrándose el 15 de agosto de 1971. La moneda fiduciaria primero fue física, para luego ser cada vez más electrónica. La decisión de que el dólar fuese una moneda global (occidental) ya no fue tan “espontánea”, sino que fue guiada por arduas negociaciones entre la mayoría de las naciones victoriosas de la Segunda Guerra Mundial.
La pregunta de fondo que debemos hacernos es la siguiente:
¿somos los humanos capaces de poder crear dinero?,
¿es conveniente conferir el poder a unas minorías, el de decidir qué cantidad de dinero crear?
Estas son preguntas que más tienen que ver con la política y la filosofía, que con la economía.
Si el lector comparte el hilo conductor de esta nota, podrá inferir que el Bitcoin se puede catalogar como un orden espontáneo contemporáneo, que sirve para brindarle a los individuos una alternativa o válvula de escape a los excesos monetarios de los Estados en los últimos 70 años. Con el advenimiento de la moneda fiduciaria, las principales monedas del mundo, al menos han confiscado más del 60% de los ahorros de quienes han optado atesorar en estas. A modo de ejemplo, en el año 1970, una hectárea media en los Estados Unidos cotizaba a 490 dólares. En 2022, la misma hectárea cotizaba a 9500 dólares. O sea que, los dólares expresados en términos de hectáreas tuvieron una pérdida del 95% de su valor en 52 años.
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Características de Bitcoin
El Bitcoin es una innovación que se apoya en el avance tecnológico y que puede ser definida como un activo o como una criptomoneda. Nació en noviembre de 2008 y en la actualidad su valorización es de 0,6 trillones de dólares aproximadamente. Es una de las casi 10 mil criptomonedas que existen, representando más de la mitad del mercado.
Se pueden distinguir cuatro elementos que componen el Bitcoin:
1. Internet;
2. la cadena de bloques (blockchain), constituida por una serie de instrucciones organizadas mediante un encabezado y que contiene la serie de compras y ventas realizadas y un “enigma a resolver”;
3. la red de mineros encargados de solucionar el enigma a resolver y de mantener la red funcionando. A cambio de este trabajo, reciben recompensas monetarias en Bitcoin, base del proceso de incremento de la oferta monetaria (emisión), y
4. los usuarios. O sea, los individuos que deciden estoquear esta innovación tecnológica por convicción y/o por especulación, ya que esperan que valdrá más en el futuro.
La emisión monetaria está predefinida y son los mineros, a través de la recompensa por solucionar el enigma y mantener la red, quienes adquieren esta emisión. Es una estructura informática a través de un sistema privado y descentralizado de gestión de las transacciones, con incentivos cruzados entre los que participan en ella. El precio del Bitcoin y la complejidad del enigma son las dos caras de una misma moneda. El mayor valor del Bitcoin, incentiva un mayor esfuerzo de minado, lo que provoca una mayor complejidad del enigma a resolver. Este diseño de incentivos lleva demostrados en estos 14 años, su sustentabilidad práctica y técnica. El sistema informático refrenda un elemento central en la filosofía del Bitcoin: la privacidad de los individuos. La seguridad de las transacciones se basa en que la red de máquinas hace inmediatamente público el conjunto de operaciones, pero no la identidad de quien las realiza. La privacidad de los individuos que están atrás de las transacciones constituye el alma del modelo, pues se garantiza mediante su difusión generalizada la propiedad y veracidad de las transacciones realizadas.
Otro de los pilares del sistema Bitcoin, es que no existirán más de 21 millones de Bitcoin desde su nacimiento hasta el fin de los tiempos, lo que en teoría garantizará, su valor presente y futuro. De esta forma, el Bitcoin compartirá con el activo inmobiliario, la escasez por definición conceptual.
La escasez digital del Bitcoin que muchas veces se la critica por no tener un correlato con la realidad, es incorrecta, ya que el proceso de minado involucra dos actividades que son reales, costosas y escazas. Por un lado, la capacidad computacional para descifrar el enigma a resolver, y por otro, la energía que alimenta dichos procesadores.
En estos 14 años de vida, el Bitcoin ha experimentado centenares de funerales, donde prestigiosos pensadores, políticos, economistas e instituciones la han catalogado como un esquema de Ponzi, una estafa o una burbuja creada por quien sabe quien. Si lo anterior fuera cierto, Bitcoin sería la burbuja que más ha pinchado y más se ha re inflado a lo largo de su historia. Lo más curioso es que cuando baja el valor del Bitcoin, estos pensadores atribuyen a que los individuos se dieron cuenta de que todo era una estafa y que no había nada de valor detrás de esta criptomoneda. Pero luego, no saben explicar cómo estos mismos individuos, que anteriormente “se dieron cuenta” de la estafa, compran nuevamente este invento sin fundamento.
Más allá del relato irónico anterior, ya no es sensato calificar al Bitcoin como un simple hobby de nerds tecnológicos o un esquema de Ponzi cuyo fin es el de vehiculizar pagos del hampa. En estos 14 años de existencia, no ha parado de apreciarse su valor y no ha parado de incrementarse su comunidad de usuarios y mineros. Lo anterior no significa que tenga el futuro asegurado, pero se ha ganado el derecho a que nos esforcemos intelectualmente para comprender el por qué del éxito de esta innovación.