BUZONES DE SUGERENCIAS QUE SE OXIDAN EN LAS EMPRESAS
fotografía de Sadia-Abdul

BUZONES DE SUGERENCIAS QUE SE OXIDAN EN LAS EMPRESAS

¿CUÁNDO PARTICIPAMOS LAS PERSONAS?

¿Te ha sucedido alguna vez o te ha pasado por la cabeza el colocar un buzón de sugerencias, anónimas o no, en tu empresa?

 Aún recuerdo la ingenuidad y candidez de cuando aterricé en Viena como Director General de una empresa en Viena (Austria) con la misión que me otorgaba el Grupo español para el que trabajaba entonces de enderezar las operaciones allí.  Y también de convertirla realmente en un "hub" de las operaciones del Grupo en los Países del Este,  como puerta de  entrada a Rusia, Polonia, Chequia , Hungria …incluso habían planes para entrar en países de la zona en aquella época considerados  más “exóticos” como Rumania, Croacia y los Balcanes.

 Cuando  llevaba un par de meses y me acercaba a cumplir los primeros 100 días de mandato ya me había empezado a percatar de que en las reuniones los directores de departamento y de las unidades de negocio se mostraban muy complacientes, amables, diplomáticos sería la palabra. Pero no expresaban con claridad las cosas y lo que estaba realmente sucediendo, como las diferencias entre departamentos, los problemas históricos, la desconfianza respecto a empleados de esos otros países etc.

Claro, también estaba el factor de la diferencia cultural. En este caso entre yo y los gerentes y el personal, todos austríacos excepto un par de personas en el departamento de Control de Gestión enviadas desde España.

 De vez en cuando daba paseos por las inmensas y desangeladas oficinas de aquella empresa, llena de despachos cerrados y los que “trabajaban” en oficinas abiertas estaban atrincherados tras montones de papeles para no ser vistos, ni que se oliera su falta absoluta de compromiso. La empresa era como un transatlántico que lentamente iba haciendo aguas,  que vivía mirando a su pasado glorioso como la gloria imperial austríaca.

Solo en contadas ocasiones alguien que tenía verdadero aprecio, no por mí sino por la antigüedad e historia  de la empresa, compartía  conmigo algún problema de fondo. Entonces otro día, si lo veía pasar cerca de mi despacho,  lo invitaba a entrar para intentar continuar un poco más con esa apertura de comunicación.

 Un día tuve la brillante idea de implementar lo del buzón anónimo de sugerencias que había visto en alguna otra empresa. Estaba realmente ilusionado con la idea! Ya podía imaginar como algunos empleados con verdadero aprecio a la historia de la compañía que quisieran evitar el hundimiento del transatlántico verían en esa idea el salvoconducto para poder expresar lo qué diantres estaba sucediendo allí.

 Compartí el plan con mi asistenta de dirección, a quien había contratado hacía un mes, que tampoco sabía qué diantres estaba sucediendo en esa empresa, y me ayudó a implementar el mailbox interno. Fue un buzón de sugerencias clásico, no con medios electrónicos o digitales que sería lo más recomendable hacer hoy en día, sino una caja realmente bonita.

 Y ahora viene lo de mi candidez e ingenuidad.

Al final de la 1ª semana, después de la jornada laboral abrí la caja, muy expectante. Y mi alma cayó al suelo al ver atónito que no había ni una sola papeleta depositada ahí. Ni una tan siquiera. Nada.

Así se fueron sucediendo las semanas y por más que hice amables invitaciones y sugerencias a utilizarlo, jamás despegó la idea.

Moraleja: cuando existe una falta absoluta de compromiso entre empresa y empleados, que siempre es bidireccional, es absolutamente ineficaz pedir sugerencias de mejora a los empleados. Es estéril.

Hay que empezar haciendo cambios en el equipo de gestores, en los liderazgos de los departamentos y proyectos. Muchas veces cambiando a las personas, pero en otras casos haciendo mentorías y proporcionando apoyos acelerados. Al fin y al cabo ellos son una de las correas de transmisión principales en la empresa para que los empleados empiecen a sentir que la papeleta con su sugerencia, idea, o queja será realmente tenida en cuenta.

Las personas necesitan sentir que se las tiene en cuenta y que hay voluntad de hacer cosas. De que hay esperanza.

Si se enciende la chispa del compromiso hay esperanza, siempre hay un camino. Si no todo es estéril.

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