Cómo disfrutar (de verdad) con la revolución digital. Tú también puedes
Dicen que lo único en la vida que no cambia es el propio cambio. Que cambiar es algo que hacemos constantemente, que nadie se baña dos veces en el mismo río. Así que, acostumbrados como estamos, daremos por descontado que no somos alérgicos a él. Sin embargo, hoy la sensación de vértigo nos invade a casi todos. Asumimos que vienen nuevos tiempos, pero nos ponemos en “modo rana” con pereza para saltar de la olla donde el agua se va calentando…
El cambio duele en la misma medida en que te resistas a él
Todos conocemos a personas con el perfil “don Erre que erre”, que no están dispuestas a realizar ningún cambio dentro de su esquema establecido, aunque ello les suponga pérdidas en su trabajo o en su vida. Alguna hay por ahí que aún anda sin correo electrónico o sin WhatsApp, porque “le agobian”, convencida de que si no la llamas es porque no te importa lo suficiente. Sé por experiencia que tratar de convencer a este tipo de personas es misión imposible. Pero lo cierto es que ellas se lo pierden, porque a la postre van perdiendo el tren, sin conseguir que seamos los demás quienes nos quedemos con ellos en la casilla de salida. Llamar, ya solo llamamos a nuestras madres, reconozcámoslo.
En general, la mayoría de personas opta por ir al “tran tran”, agarrándose a duras penas a la tabla para que la corriente no las ahogue, sobrellevando los cambios con fatalismo y con adaptaciones mínimas que les permitan seguir adelante, incorporando a regañadientes tecnologías en las que no creen, pero que implementan porque lo hacen todos. Se resisten y protestan, pero acaban llevando su informática a la nube, aunque sea al límite de quedarse sin otra opción.
Sin embargo, hay personas que saltan a la primera, abrazando los cambios con decisión y con alegría, con osadía pero con cabeza, apalancando su miedo en los beneficios probables. No tienen ni la seguridad del éxito ni la garantía de un buen resultado, pero se muestran confiados y entusiastas, animando incluso a otros a seguir su ejemplo. Abren sus ojos y sus oídos a lo nuevo, evalúan los riesgos y se ponen manos a la obra, asumiendo cada cambio como el regalo de una nueva oportunidad. ¡Y vaya si disfrutan haciéndolo!
¿Cómo aprender a asumir un cambio tras otro?
¿De dónde sale esta energía para el salto alegre y decidido?
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Gerente de Proyectos y Asesor Digital | Transformación tecnológica (ERP, HR)
5 añosGracias Virginia, estupendo articulo. En mi opinión, el cambio está presente en nuestras vidas, forma parte de la vida, el continuo devenir, aprender a gestionarlo cada día nos hace más felices. Cambiar e integrar lo digital es nuestras vidas, entiendo que debería ser a la medida de nuestras posibilidades y necesidades. Estar presentes en el escenario digital requiere dedicación y estrategia, no estar porque todos lo hacen sino porque podemos comunicar más, compartir, ofrecer y aportar.
Consultora en NCS Software, profesional comprometida con el progreso de las empresas.
5 añosbonita, necesaria y atrevida reflexión, (positiva valoración, no crítica) tan evidente para unos, como paralizadora para muchos otros. Comprensión, ayuda, y colaboración, dar tiempo, es un momento difícil para muchos que no tienen esas habilidades. A mi me encantan los retos, aunque también me paralizan, a veces me cuesta muchísimo, desde la comprensión se consigue más que tratar de convencer de esos cambios necesarios, al final, vienen solos, yo creo.