¿Cómo escuchamos?
La motivación para iniciar mi viaje para convertirme en coach, fue a partir de una pregunta o una habilidad que creía que me faltaba, donde me preguntaba ¿cómo puedo entender mejor al otro? Incluso yo decía ¿cómo hago para que me entiendan? Y al atravesar el camino para ser coach, me di cuenta que lo que no sabía hacer era escuchar.
Me di cuenta que nunca nadie me enseñó a escuchar, que en realidad lo que yo hacía, era generar una serie de monólogos internos, de los que sacaba conclusiones a partir de lo que otro me contaba. Y esta serie de conclusiones, eran juicios poco fundados respecto de la situación descrita, sus participantes y su entorno, pero no necesariamente escuchaba lo que decían.
Bien poco era lo que lograba escuchar, más bien me escuchaba a mi misma y en el fondo había un supuesto en mi actuar, que me costó mucho reconocer, que era “yo ya sé lo que me vienes a decir”.
En mi proceso de crecimiento aprendí que escuchar, era lograr entender qué le preocupa al otro, entender por qué es importante para él contarme ésta situación. Si se logra dilucidar la inquietud del otro, realmente estoy escuchando y puedo dar una respuesta más adecuada, haciendo sentir al otro que sí lo estoy escuchando.
Es increíble la diferencia en el resultado obtenido de la conversación. Por parte de quien te habla, él nota que le estás escuchando y por parte de quien escucha, se entiende con mayor claridad lo que te vienen a decir, dándole sentido a la situación y obteniendo una visión más completa de cualquier problemática que estén compartiendo ambos.
¿Y cómo lograr una escucha más activa?, la verdad es que para llegar a escuchar mejor, hay que hablar, pero este hablar no es entregar mi opinión respecto del asunto, sino que tiene relación con hacer las preguntas correctas, obteniendo la información que me falta y así completar mi escucha.
También es bueno observar, ya que como seres humanos expresamos mucho más con el cuerpo que con las palabras, por lo que nuestra escucha se verá muy enriquecida si logramos observar que le está pasando a quien viene hablarnos.
Mejorar nuestro proceso de escucha, nos permite generar y fortalecer confianzas, mejorar el trabajo en equipo, ser más asertivos en las propuestas que entregamos, ya que si logramos hacernos cargo de mejor manera de la inquietud que nos presenta otro, logramos satisfacer mejor las expectativas y así generar un mejor entorno de trabajo.
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