¿Cómo funciona la mente? El archivo, el programa, el procesador.
Hoy se nos convoca a actualizar nuestra forma de pensar acorde con las nuevas realidades, la falta de certezas, el exceso de información y la velocidad de los cambios. Sin embargo, este es apenas un esfuerzo de buena voluntad si desconocemos la ingeniería de nuestros procesos mentales y los mecanismos generadores de nuevas ideas.
Y no se trata simplemente de agregar nuevos contenidos, que podemos imaginar como archivos de datos, a nuestro ya saturado procesador. Para eso alcanza con el estudio y la capacitación convencionales.
Necesitamos expandir la funcionalidad de la mente como si activáramos un nuevo software para procesar los datos. Y según las más recientes investigaciones de la neurociencia, al activar la mente, también estaríamos operando sobre el desarrollo del cerebro, el hardware. Al contrario de lo que se creía hasta hace pocos años, hoy sabemos que cierto tipo de entrenamiento multiplica las conexiones entre las neuronas, haciéndonos más inteligentes y creativos.
Pero si bien todos comprendemos de qué nos hablan cuando se refieren a actualizar el software digital, no es fácil entender cómo incorporar nuevos patrones de pensamiento.
Las organizaciones que buscan crecer mejoran su equipamiento, capacitan a su gente y estudian los cambios en las tendencias del mercado. Pero todo eso sigue sin modificar la mente de sus líderes y equipos. Hoy necesitamos generar e implementar un modelo de pensamiento y de acción más conectivo y asociativo. Así, la comunicación, la confianza, la generación y aprovechamiento de oportunidades, la valoración de la diversidad y la incorporación de la innovación se sinergizan.
Lo notable es que cuando la conectividad está activa en todos los niveles –personal, interpersonal y hacia el mundo– todo lo nuevo que se incorpora (información, conocimientos) no se dirige sólo al archivo de contenidos, sino que modificará las estructuras mentales procesadoras de las ideas. La consecuencia será el desarrollo personal, la expansión del potencial de los equipos de trabajo, el crecimiento de la organización.
El funcionamiento en red es también una estructura de comunicación, ya que ningún hecho creativo queda aislado, sino que se difunde a todas las otras áreas, activando una expansión en cadena, o mejor dicho, en red.
Cuando pensamos “en red” generamos nuevas ideas, no sólo por un reordenamiento de lo que ya conocemos sino en los intersticios de lo sabido. Allí surgen lo inédito y lo original desde un sistema en permanente actividad, que funciona aun durante el sueño y activa asociaciones entre elementos aparentemente dispares.
Se trata de un estado de la mente que permite estar imaginando y realizando, alerta y soñando despierto, trabajando y jugando, entre la fantasía y la realidad, con las propias ideas interactuando con la mente de los otros y el mundo que nos rodea.
Sin embargo, desde la educación académica hasta las estructuras de las empresas, se condiciona a las personas hacia modelos casi excluyentes de pensamiento lineal.
El pensamiento lineal, lógico o formal, está constituido por cadenas de ideas conectadas secuencialmente entre sí por afinidad temática, coherencia lógica y relaciones de causa-efecto.
Los conocimientos que almacenamos en nuestra formación profesional o laboral, los recuerdos de experiencias vividas, los sistemas de creencias forman estructuras coherentes y cohesivas que nos sostienen, nos reaseguran y nos sirven de base para avanzar en nuestros objetivos. Pero estas estructuras demasiado consistentes impiden el surgimiento de lo inédito y lo innovador.
En plena actividad, estamos limitados a funcionar en forma lineal, alertas a los estímulos y atentos a no perder la secuencia lógica de nuestros pensamientos. A buscar soluciones y metas, a objetivar situaciones en una atención focalizada que, en los casos extremos, llega a la visión tubular de la realidad, y al pensamiento operatorio, que sólo sirve para realizar acciones concretas.
Si bien cada idea o unidad de ideas en nuestra mente tiene múltiples “valencias” para conectar con otras, el pensamiento lineal establece sólo conexiones lógicas entre ellas. El modo en que recibimos la información y la forma en que se nos enseña a razonar privilegian este tipo de conexiones previsibles.
Todos poseemos, además, un pensamiento intuitivo en el que las conexiones se establecen también con lo alejado y lo diferente, a veces hasta con lo aparentemente absurdo, a través de atajos (shortcuts) y rodeos.
La combinatoria de ambos tipos de conexión entre las ideas da como resultado un pensamiento complejo, integrador y original.
Se activan así las diversas “valencias”, y las ideas se conectan de más de un modo, llevando a la resolución alternativa de conflictos, la innovación en la forma de hacer las cosas y la confluencia de recursos que parecían distantes.
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