¿Cómo nos mirará el futuro?
Por Will Ogilvie Vega de Seoane , profesor del Grado en Relaciones Internacionales de la Universidad de las Hespérides.
Una pregunta que todas las generaciones inevitablemente se hacen es: ¿Cómo nos recordará la historia? Si dentro de tres siglos, un profesor estuviera dando una clase sobre la historia de nuestras décadas, ¿qué enseñará? En mi clase de Teoría de las Relaciones Internacionales, a través de las distintas teorías que explican el funcionamiento de la realidad internacional, es ineludible plantear esa pregunta. Porque el propósito es aplicar estas teorías a diferentes períodos históricos para evaluar su aplicabilidad.
Es algo normal comparar los momentos en los que vivimos con otros pasados. Se ha hecho desde que el hombre empezó a escribir historia. El primer libro de historia que hace un inmenso esfuerzo por ser objetivo es la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides.
Tucídides vivió en una de las sociedades que más han iluminado la historia de la humanidad: la Atenas de Pericles. No solo fue Atenas la primera democracia del mundo, sino que también representó una época de grandes avances en la filosofía, en el teatro, en las artes y las ciencias. Desde ese punto de vista, no fue muy diferente a los enormes progresos que experimentaron las generaciones europeas previas a la Primera Guerra Mundial, en ese maravilloso período llamado Belle Époque. Ambos momentos representan civilizaciones que alcanzaron grandes logros cuyo avance parecía imparable. El optimismo general era la norma.
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Pero ambas sociedades serán destruidas por la guerra. De hecho, a la Primera Guerra Mundial muchas veces se le llama The Great War (la Gran Guerra). Se le llama así porque hubo una generación que solo había conocido una tragedia; no había nada previo comparable a ella. De la misma manera que antes de la Guerra del Peloponeso, no había habido un conflicto entre dos hegemonías griegas, Atenas y Esparta, de esa envergadura. Ambas guerras fueron, como dice Donald Kagan, “momentos en los que la historia cambia para siempre, el fin de una era de progreso, de prosperidad, confianza, esperanza, y el comienzo de una era más oscura”.
Ya decía C.S. Lewis que las cosas nunca suceden de la misma manera dos veces. Sin embargo, hay similitudes y diferencias interesantes que nos permiten ahondar en la realidad actual en la que vivimos. Cuando pienso sobre estas cuestiones, no tengo la menor idea de cuál fue el momento histórico que mejor se compare con el presente. Hemos avanzado en tantas cosas, que es difícil no sentirse afortunado.
Pero sí tengo claro el momento histórico que espero que no sea comparable al nuestro: el final del siglo diecinueve. Al igual que esa generación, creemos que la tecnología resolverá todos nuestros problemas. Que ChatGPT, el mundo digital y las nuevas tecnologías resolverán nuestros principales dilemas, que venceremos a la muerte y viviremos en una nube digital y por la galaxia. Ya podemos subir los pies encima de la mesa. Confiamos en que las ideologías hayan muerto y que la gente ya no se querrá matar por sus banderas. Que el hambre ha desaparecido para nunca volver y que el mundo no será tan estúpido como para entrar en una Tercera Guerra Mundial. ¿No sería demasiado costosa?
Tenemos que estar agradecidos y orgullosos por muchos de nuestros avances, pero ese orgullo no puede ser ingenuo. Ello implica que tenemos que seguir educando a las nuevas generaciones en los valores e instituciones que tanto nos han ayudado para llegar hasta aquí. Sí, somos capaces de ser innovadores, tolerantes y empáticos. Pero jamás olvidemos que también podemos ser miedosos, tribales y envidiosos. Esa otra parte de nuestra naturaleza nunca se supera, ni se soluciona. Solamente se gestiona.
Si existiera esa clase dentro de tres siglos, donde se enseña a una nueva generación nuestra historia, probablemente tendrán las respuestas a estas preguntas que nos planteamos. Porque a las relaciones internacionales les sucede lo mismo que a nuestra vida: hay que vivirla hacia adelante, aunque solo se comprende cuando se mira hacia atrás.
Fuente de la imagen: Wikipedia (sin copyright)
Autor y académico. Profesor Univ de la Hespérides. Manejé fondos de inversion en Wall street, CEO, inversionista y emprendedor en serie. Académico Instituto Vera Smith de la Universidad Francisco Marroquín.
7 mesesMuy interesante reflexión de Will Ogilvie Vega de Seoane “ a las relaciones internacionales les sucede lo mismo que a nuestra vida: hay que vivirla hacia adelante, aunque solo se comprende cuando se mira hacia atrás.”