¿Cómo organizar mi estudio?
El lugar donde un artista va a pasar su tiempo está rodeado del misterio de la creatividad constante. Grande o pequeño, en planta baja o en un piso, luminoso, compartido, alquilado o improvisado..., el taller o estudio es el espacio donde uno se siente a gusto, tranquilo y dispuesto a trabajar; preparado para crear dibujos, bocetos y obras definitivas.
Más allá de los mitos cinematográficos y novelados, el crisol donde nacen las obras que harán que cada artista consiga hallar su camino y desarrolle su talento no tiene ni un solo propósito, ni una sola ubicación; puede y –tal vez deba– ser multidisciplinar, innovador, adaptable y versátil.
Recuerdo una visita al estudio de un amigo que recibía a unos clientes en París y estos alabaron la amplia cristalera de suelo a techo. «¡Cuánta luz natural. Es el típico atelier parisien!», dijo la mujer. Yo sabía que Pierre sólo trabajaba de noche y dormía hasta el mediodía, por la tarde quedaba con amigos y salía de fiesta. Era bien entrada la noche, y en soledad, cuando disfrutaba de la tranquilidad y la quietud que necesitaba para pintar sus cuadros. Eso sí, lo hacía bajo un tubo de neón y además sobre una mesa. Nunca trabajó en el caro caballete que dominaba su estudio de revista... Una tarde me confesó que sólo estaba allí porque las visitas adoraban ese espacio de película. «El que me lo alquiló me dijo que no me arrepentiría, que esa dirección tenía “fondo de comercio propio”, que a los turistas les encantaba descubrir los perdidos estudios parisinos. Les puedo vender casi cualquier cosa...», se bebió la cerveza de un trago y yo no acabé de comprender la relación entre el desorbitado alquiler y la creación de sus obras.
Pero bueno, a él le funcionó un tiempo. Hoy sé que ya no sigue allí. Al final, nuestro lugar de trabajo refleja quiénes somos y lo que hacemos. Mi consejo es que nunca intentes mostrar algo que no eres. La sinceridad de tus obras siempre estará ligada a la realidad de tu espacio creativo. Una cosa es indisociable de la otra.
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Ahora que lo sabes, no intentes modificarlo en exceso; puedes mejorarlo para recibir a alguien, pero no debes cambiarlo todo o mostrar algo que no te refleja...
Si continúas creando y cuestionándote tus obras, con el tiempo descubrirás que tu persona, tu imagen como artista, tus obras y tu espacio de trabajo evocan un aura coherente que transmite seguridad a los que entran o se acercan a él.
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