CARTA DE AMOR AL AMOR
Querido amor,
Se me hace difícil hablar de esta emoción y sentimiento, que se experimenta a lo largo de nuestra vida. El primer enamoramiento, que puede ser o no correspondido. Siempre en mi mente la palabra amor, giran esas palabras de 5 letras una y otra vez, donde el humano lo hace complejo cuando en realidad debería ser simple y una constante en nuestra vida.
A veces la mente imagina, fantasea, ansía sentir esa hermosa emoción y sentimiento en una caricia un beso apasionado o unir dos cuerpos encendidos por una pasión desenfrenada pero a la vez sublime y magnífica en todo su esplendor. Sin embargo, es extraño cuando la otra persona se burla del enamoramiento que vive la persona que está en frente de ella...
Las personas enamoradas, experimentan esa extraña sensación de alegría a través de una sonrisa tímida o nerviosa. Y las personas que esperan toda la vida ser amadas, sienten un abismo que los hunde cada día más...
Entre el anhelo y la realidad del amor
El amor, cuando llega, tiene una manera extraña de encender la vida con una luz diferente, como si cada cosa a nuestro alrededor ganara un significado más profundo. Desde el primer encuentro hasta la chispa inevitable, todo se transforma en un torbellino de emociones que va mucho más allá de lo que las palabras pueden abarcar. Sentirse enamorada, es descubrir que alguien puede encender en ti una llama que, hasta entonces, desconocías. Es un nuevo mundo donde las sonrisas cobran vida por sí mismas y donde una sola mirada, puede decir más que mil palabras.
Cuando estás enamorada/o, el simple hecho de pensar en esa persona puede hacer que te brillen los ojos y te lata el corazón un poco más rápido. Es una emoción, que te llena de energía y te da una dosis extra de alegría. Esa persona que tienes en mente, de repente, parece haberse convertido en el centro de tus pensamientos; su voz, su risa, sus gestos, todo de él tiene un matiz especial que hace que cada momento sea único y hermoso. Cada conversación, se convierte en una melodía que llevas en el alma, y el simple hecho de saber que lo verás te hace sentir una mezcla de nervios y emoción, como si por un instante fueras capaz de volar.
Amar y ser amada/o, es una experiencia tan sublime y única como aterradora, porque en medio de toda la alegría también aparece el miedo a perder ese amor tan bonito. Pero, incluso ese miedo forma parte del proceso de descubrir que amar a alguien es, en el fondo, un acto de valentía. Es entregarse con los brazos abiertos, sin saber a ciencia cierta, si ese amor será eterno o si solo será un capítulo fugaz en la historia de nuestras vidas.
Imaginando el amor bonito
Luego está el amor que aún no ha llegado, ese amor que se sueña, se imagina, y que, a veces, incluso se dibuja en los rincones de la mente con detalles tan vívidos, que es casi como si estuviera allí. Para aquellos que todavía no han encontrado ese alguien especial, el amor es una fantasía delicada que permanece guardada en un rincón del corazón. Soñar con ese amor es crear a una persona que, sin rostro ni nombre, representa todo lo que queremos y esperamos encontrar.
En la imaginación, el amor perfecto toma forma y adquiere matices únicos: alguien que entiende nuestras rarezas, que celebra nuestras victorias y que está ahí, simplemente, para compartir la vida. Imaginamos una relación donde cada día es una nueva oportunidad para descubrir algo nuevo, para crecer juntos y construir recuerdos que queden grabados en el alma. En la mente, ese amor es una mezcla de risas compartidas y silencios que no incomodan, es compañía sin necesidad de palabras y comprensión sin juzgar.
Soñar con el amor bonito, es anhelar a alguien que te complemente y que, a la vez, te inspire a ser la mejor versión de ti misma. Es pensar en las pequeñas cosas: las conversaciones hasta tarde, los paseos bajo la lluvia, las miradas que no necesitan explicación. Cuando aún no tienes a esa persona, puedes imaginarla en los detalles más sutiles, como una mano que sostiene la tuya con calidez, o una voz que te susurra palabras de ánimo cuando las necesitas. Es un amor sin drama, sin complicaciones innecesarias, un amor que simplemente existe y que trae consigo paz y alegría.
Entre la realidad y el anhelo
A veces, quienes esperan ese amor se preguntan si de verdad existe o si es solo una fantasía creada para llenar los espacios vacíos. El mundo está lleno de historias de amor que fracasan, de relaciones que no logran resistir el paso del tiempo o que se rompen por las presiones de la vida. Sin embargo, en el fondo, todos queremos creer que ese amor verdadero es posible. Ese amor que no solo te hace sentir plena, sino que también te impulsa a ser mejor, a amar más profundamente y a vivir con más intensidad.
Al imaginar el amor perfecto, no se trata de buscar a alguien sin defectos o que encaje en un molde irreal. Se trata de anhelar una conexión genuina, una que vaya más allá de las apariencias y que esté basada en la honestidad, el respeto y el deseo de compartir la vida con alguien que realmente valore lo que eres. En ese sueño de amor, no hay miedo ni dudas, solo una certeza profunda de que ambos están allí, el uno para el otro, en un acto de entrega mutua.
Pero la vida real rara vez es como un sueño, y a menudo el amor llega de maneras que no esperábamos o, incluso, en momentos que parecen los menos indicados. A veces, ese amor idealizado toma formas más imperfectas y complejas, y nos muestra que amar también implica aprender, aceptar y adaptarse. Amar en la realidad es enfrentar desafíos, es ser capaz de perdonar y de entender que nadie es perfecto, pero que en esa imperfección se encuentra la belleza de un amor verdadero.
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Cuando llega el amor verdadero
Y un día, sin esperarlo, ese amor que habías imaginado se convierte en algo real. Llega alguien que se convierte en tu compañero, en tu apoyo y en la persona que hace que cada día sea un poco más especial. El amor que habías soñado se materializa y te das cuenta de que, aunque la realidad no es tan perfecta como la fantasía, lo que tienes es aún más valioso porque es auténtico, porque es de carne y hueso.
Esa persona te muestra que el amor no siempre es como lo imaginabas, pero que puede ser aún mejor. Te enseña a aceptar sus imperfecciones y a quererlo con sus virtudes y defectos, así como él aprende a amarte a ti con los tuyos. Aprendes que el amor no es solo pasión y emoción, sino también paciencia, compromiso y sacrificio. Es un amor que no siempre será fácil, pero que siempre valdrá la pena porque es verdadero y está construido sobre cimientos sólidos.
En ese amor, encuentras el espacio para ser tú misma y, a la vez, ser parte de algo más grande. Te das cuenta de que, a pesar de todos los miedos y dudas que alguna vez tuviste, vale la pena arriesgarse, vale la pena abrir el corazón y dejar entrar a alguien que transforme tu vida de una manera que nunca habrías imaginado. Porque el amor, cuando es verdadero, tiene el poder de sanar, de iluminar y de darle sentido a todo lo demás.
Cuando el amor nos encuentra
El amor, ya sea que lo hayas encontrado o aún lo estés esperando, es una fuerza poderosa que nos impulsa a buscar conexión y significado. Para quienes ya lo han experimentado, el amor es un recordatorio de que la vida es mucho más hermosa cuando la compartimos. Y para quienes todavía lo esperan, el amor es una promesa, un sueño que aguarda en algún rincón del destino y que, tarde o temprano, encontrará el camino hacia nosotros.
Al final, el amor es lo que nos da esperanza, nos llena de alegría y nos hace creer que, aunque la vida puede ser difícil, siempre habrá alguien dispuesto a caminar a nuestro lado. Porque en el amor, ya sea real o imaginado, encontramos la esencia misma de lo que significa estar vivos.
El alma, cuando ama o cuando espera el amor que aún no ha llegado, se sumerge en un mar profundo de emociones, deseos y anhelos que, a veces, desafían la comprensión de la mente. Este es un sentimiento que se vive y se siente en lo más íntimo, en lo más profundo de nuestro ser, y su intensidad puede ser tan vibrante y dulce como también dolorosa y solitaria.
Cuando el alma ama, se llena de una calidez única, un calor que empieza a envolver el corazón y se expande hasta cada rincón de nuestro ser. Es como si una suave energía de bienestar, paz y gozo se apoderara de cada pensamiento y de cada paso. El alma siente una conexión que parece traspasar lo físico, como si cada mirada, cada palabra y cada gesto estuvieran cargados de un significado más grande que lo que los sentidos pueden captar. Amar desde el alma es un viaje que nos hace sentir más vivos, más abiertos y, a la vez, vulnerables, porque nos damos cuenta de que hemos dejado una parte esencial de nosotros en manos de alguien más.
En el amor correspondido, el alma encuentra reposo y seguridad, una paz que viene de saberse cuidada, aceptada y comprendida. Este amor genera un sentido de pertenencia, un hogar en otro ser, y una comprensión mutua que da la sensación de que, juntos, pueden superar cualquier obstáculo. Cuando el alma ama, siente que el tiempo se desvanece, y cada momento se convierte en una eternidad.
Por otro lado, cuando el alma espera el amor que nunca ha llegado, se mueve entre la esperanza y la tristeza, entre la ilusión de lo posible y el vacío de lo ausente. La espera de un amor soñado puede ser dulce, porque a veces el alma se aferra a la fantasía de un amor perfecto, ese amor que la hará sentir completa y plenamente comprendida. Esta esperanza es una luz que guía en medio de la soledad, un refugio cálido donde el alma puede soñar y visualizar un futuro lleno de promesas.
Pero, también existe el otro lado de esa espera: el dolor de la ausencia y la sensación de vacío que puede asomar cuando el amor sigue siendo solo un deseo y no una realidad. Esta falta de amor correspondido o la experiencia de no sentirse amada puede hacer que el alma se repliegue, que se sienta incomprendida y que dude de su propia valía. Es una tristeza profunda, pero silenciosa, que duele más porque no tiene a dónde ir. El alma siente una especie de nostalgia de algo que nunca ha experimentado pero que ansía con todo su ser.
En esos momentos, el alma puede preguntarse si realmente merece amor, si es suficiente o si algo en ella debería cambiar para atraerlo. Esta búsqueda de amor, de sentirse especial y cuidada, puede ser una herida abierta, una cicatriz que parece sanar solo parcialmente porque falta ese alguien que llene el vacío con ternura y compañía. La espera se convierte en una especie de desierto, donde el alma a veces tiene sed de compañía y comprensión, y aunque se fortalece y crece en soledad, la falta de amor siempre se siente como una carencia esencial.
Para el alma que espera ese amor que aún no ha llegado, hay un aprendizaje profundo que viene de amarse a uno mismo. En la espera, el alma aprende a sostenerse, a comprenderse y a tratarse con paciencia y compasión. La ausencia de amor externo nos enseña que nuestro valor no depende de si alguien más nos lo reconoce, sino de cómo nosotros mismos nos apreciamos. Sin embargo, el anhelo sigue ahí, como un susurro suave que nos recuerda que, aunque somos suficientes por nosotros mismos, el amor compartido sigue siendo un sueño hermoso.
Al final, tanto en el amor que se tiene como en el que se espera, el alma aprende y se expande. Cuando ama, se llena de gratitud, y cuando espera, se llena de resiliencia. Y en esa dualidad, en esa mezcla de luces y sombras, el alma se descubre, se entiende y, de algún modo, se encuentra con la esencia misma de lo que significa ser humano. Porque el amor, en cualquiera de sus formas, es la chispa que hace que la vida tenga sentido, y aunque duela esperar, también es esa misma espera la que, de alguna forma, nos hace crecer y creer en la belleza de lo que aún está por venir.
¿Has pasado por esto antes?¿Qué experiencias puedes contar del amor bonito o del amor que esperas aún?
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2 mesesBuenos stardes. Viviana González De Marco
Lelê
2 mesesNão existe amor de mentira Toda paixão é verdadeira, Sendo que a paixão é efêmera E o amor pra vida inteira. Leidson