Chau, Chau, "Tengo que"!
Tengo que responder los mails, tengo que preparar la reunión con mi jefe, tengo que terminar el informe comercial, tengo que hacer un máster, tengo que llevar a los niños al colegio, tengo que leer ese artículo que escribió el director, tengo que hacer deporte, tengo que dejar de comer comida chatarra, tengo que adelgazar, tengo que, tengo que, tengo qué…..!!
Hace unos años tuve la suerte de participar en Argentina de un seminario de Humberto Maturana, filósofo y físico chileno, Premio Nacional de Ciencias 1994 (Chile), especialista en la Biología del Conocer. Maturana contó que siendo siendo muy niño, escuchando a su mamá que le decía “Humberto, haz esto….haz aquello” y percibiendo en sí mismo el malestar que le producían estas órdenes maternas, se detuvo a pensar cómo podía transformar estos mandatos en palabras amigables, ya que indefectiblemente no le quedaba más remedio que obedecer. El genial Maturana se detuvo un buen rato a meditar hasta que recibió la iluminación: a partir de ahora cambiaría el “tengo qué” por el “quiero”. Así cuando su mamá le decía “Humberto, haz esto…”, él traducía el mensaje para sí mismo: “Quiero hacer esto…”. Así descubrió que nuestra persona es sensible a las palabras que utilizamos y que nuestro bienestar emocional y físico está fuertemente conectado con el tipo de lenguaje que usamos.
Muchas veces me encuentro enrededada en los “tengo qué” y me acuerdo del pequeño Humberto, me detengo y me digo: “Quiero hacer esto…”. Y por arte de magia algo cambia en mi interior y la vida se me vuelve más amigable!
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6 años¿A qué esto nos pasa a todos?