Cistitis

Cistitis

Aunque...

   Parece un padecimiento meramente femenino, no lo es.

   Nos referimos a:

      - La cistitis -

   Es la inflamación aguda de la vejiga urinaria, con infección o sin ella. 

   Etimológicamente, como todos los términos médicos acabados en "itis", hace referencia a la inflamación de un órgano, en este caso la vejiga (en griego, κύστη, kisty).

   La causa más frecuente de cistitis es la infección por bacterias gram negativas, destacando entre todas la Escherichia coli. 

   Para que un germen produzca cistitis primero debe colonizar la orina de la vejiga (bacteriuria) y posteriormente producir una respuesta inflamatoria en la mucosa vesical; a esta forma de cistitis se le denomina cistitis bacteriana aguda. 

   Afecta a personas de todas las edades, aunque sobre todo a mujeres en edad fértil o a ancianos de ambos sexos. 

   Otras formas de cistitis son la cistitis tuberculosa (producida en el contexto de una infección tuberculosa del aparato urinario), la cistitis química (causada por efectos tóxicos directos de algunas sustancias sobre la mucosa vesical, por ejemplo la ciclofosfamida), la cistitis rádica (secuela crónica de tratamientos con radioterapia sobre la pelvis), la cistitis glandular (una metaplasia epitelial con potencialidad premaligna) o la cistitis intersticial (una enfermedad funcional crónica que cursa con dolor pélvico, urgencia y frecuencia miccional).

   Los síntomas más frecuentes son:

 - Aumento en la frecuencia de las micciones (polaquiuria). 

 - Se experimenta una necesidad constante de ir al baño incluso durante la noche (nicturia, apremiante en ocasiones).

 - Dolor intenso en la región suprapúbica (sobre la vejiga).

 - Disuria (ardor y dificultad, complicada con dolor, al orinar e incluso después).

 - Fiebre (por encima de los 37 °C).

 - También puede presentar orina turbia acompañada o no de piuria (aumento de glóbulos blancos en la orina) o hematuria (presencia de glóbulos rojos en la orina). 

   Suele ir acompañada también por mal olor.

   En los niños menores de cinco años es frecuente que los síntomas adopten formas más imprecisas como debilidad general, irritabilidad, falta de apetito o vómitos.

   En personas mayores, los síntomas pueden complicarse con debilidad, confusión, fiebre o caídas.

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