COMPOSITORES ESPAÑOLES - Manrique de Lara

COMPOSITORES ESPAÑOLES - Manrique de Lara

Manrique de Lara (1863-1929)

        “Manuel Manrique de Lara, militar, crítico y compositor polifacético en la España de la Restauración”, es el título de las tesis doctoral de Diana Díaz, realizada en 2014, y es la mejor descripción vital de quién es nuestro compositor en este texto. A ello habría que añadir su condición de diplomático.

               Nacido en Cartagena (Murcia-España), por ser su padre oficial de la Marina destinado en esa ciudad, el joven Manuel, además de estudiar su carrera militar, la compaginó con sus estudios artísticos musicales y de pintura. Así pues, a lo largo de su vida, debió compartir su tiempo con todo ello.

               Trasladado a El Ferrol (La Coruña) y terminados sus estudios de música, creció su interés por la actualidad estética de la música que se escuchaba en aquellos momentos en la capital de España, es decir, Wagner y Strauss, así como por la obra del español Ruperto Chapí (del llegó a ser alumno de composición), según nos cuenta F. Serracanta en su trabajo “La Historia de la Sinfonía”. Manrique de Lara adoptó estilísticamente ese nuevo lenguaje musical post-romántico, con el cromatismo como eje de evolución y desarrollo compositivo.

               Ya en 1890 estrenó su obra “Orestes” con la Orquesta de la Sociedad de Conciertos de Madrid. Esta obra formaría parte de una trilogía, al más puro estilo wagneriano, titulada “La Orestiada”, también estrenada por la misma orquesta en 1894 bajo la dirección de Bretón.

               Siguiendo la línea que había adoptado, que fue muy criticada en la época por “querer imitar descaradamente la música de Wagner” (F. Serracanta), compuso una serie de Poemas Sinfónicos titulados “Las Euménides”, “Las Coéforas” y “Agamenón”, interpretables juntos en ciclo o por separado. A lo largo de su vida, su intensa labor como militar y otros cargos de relevancia, le obliga a trasladarse muchas veces fuera del país, como a Cuba (participó en la guerra), a África (guerra) o por Europa al final de la 1ª Guerra Mundial en reuniones para tratados y diplomacia, no dejándole mucho tiempo a su creación musical.

               Sin embargo nos dejó, aparte de obras de cámara (el recuperado “Cuarteto en Mib”, de 1883), de zarzuela u ópera (“El Ciudadano Simón”, de 1900, y “Rodrigo de Vivar”, de 1906), una “Sinfonía en Mi m” de 1893, también parcialmente estrenada por la Sociedad de Conciertos madrileña. No fue hasta 1915 que pudo escucharse completa, ya interpretada por la nueva Orquesta Sinfónica de Madrid bajo la batuta de Saco el Valle (de la que era titular Fernández Arbós), en los Conciertos del Ritz.

               Esta obra, con el subtítulo de “Sinfonía en estilo antiguo”, Manrique de Lara la califica así por seguir el estilo clásico del centro de Europa, ese estilo romántico clásico en la línea germánica de un Beethoven o un Brahms, sin seguir a ese wagnerianismo tan de moda en la España del último tercio de siglo y que él apreció enormemente como “su lenguaje” en otras grandes obras.

               La Sinfonía en Mi m, obra de cierta extensión, está compuesta en 4 movimientos, siguiendo la concepción formal y estructural romántica:

·        1r movimiento, con una introducción lenta (Maestoso) y una forma Sonata /Allegro ma non troppo), con 2 temas contrastados de carácter (rítmico-melódico).

·        2º movimiento (Andante), con un tema más melódico y de mayor lirismo al más puro estilo de Brahms.

·        3r movimiento, (Scherzo), siguiendo el concepto beethoveniano: rítmico, con trío contrastante y repetición formal.

·        4º movimiento, (Allegro molto agitato), de características más parecidas a las de Beethoven, con forma Rondo-Sonata con desarrollo.

Manrique de Lara también pudo trabajar en ciertas recopilaciones musicales de carácter musicológico, tanto con músicas folklóricas tradicionales españolas como de otros lugares, y también como articulista y crítico, ingresando en la Academia de Bellas Artes en 1917. Falleció en 1929, en Alemania, regresando de una misión diplomática en Europa.

¿Qué hubiera podido hacer en el mundo sinfónico, si se hubiera podido dedicar a la música por completo?

España, final de siglo XIX, tiempo de todo lo ajeno al arte y la música. “La música sinfónica española se vio reducida [respecto a la europea] por múltiples causas ajenas a la propia música” (F. Serracanta)

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