CONCIERTOS DE PELÍCULA, UNA NUEVA ERA.
Se han roto las barreras. No es solo un concierto. También es cine.
Después de casi dos años sin apenas conciertos de gran formato, el directo ha vuelto. Y es que aquí en casa, ha vuelto a lo grande. Y no hablo sólo de las multitudinarias ediciones que se han marcado el MadCool, Primavera Sound o el Sónar, sino de una nueva era, una nueva manera de hacer y vivir los conciertos. Un enorme salto técnico, creativo y experiencial. Una nueva manera, que sin duda ha llegado para quedarse, que ya ha dado de qué hablar y que en breves veremos a grandes estrellas internacionales replicar. Y cómo no, una vez más, estas genialidades han llegado de la mano de C. Tangana y Rosalía.
Por trabajo (y ocio también), tengo la inmensa suerte de poder asistir a multitud de grandes conciertos y festivales a lo largo del año. Este mismo verano, he disfrutado de grandes artistas como Dua Lipa, Imagine Dragons, The Killers o Coldplay, entre otros. Pero sin duda, hay dos conciertos que me han hecho un ‘click’ en la cabeza y que han roto para siempre los esquemas de lo que para mí era la experiencia en directo de un concierto.
Hasta ahora, la música en directo, mayoritariamente, se había centrado en ofrecer al asistente la mayor experiencia posible tanto a nivel visual, con pantallas cada vez más grandes, escenarios descomunales, visuales de última generación e incluso cantidades ingestas de pirotecnia y confeti. En la parte de logística, los promotores han trabajado sin descanso para ofrecer a los asistentes los métodos de pago más avanzados y seguros del mercado, upgrades en la experiencia del camping con el glampling, así como una mayor coordinación y gestión de colas en las puertas de accesos y baños, entre otras muchas cosas.
Un claro ejemplo es la impecable organización del Sónar o el espectacular show lumínico de lo que para mí hoy en día es la mayor banda a nivel internacional, Coldplay con su Music of the Spheres World Tour.
Pero Coldplay y los grandes tótems de la música se han quedado atrás en el directo. Shows brillantes e impecables, cargados de emoción, pero tradicionales.
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¿Pero qué han hecho diferente C. Tangana y Rosalía respecto al resto? Con ‘Sin cantar ni afinar’ y ‘Motomami’, las jóvenes estrellas españolas han revolucionado la industria de la música en directo. Sus shows ya no son conciertos dónde el sonido, el escenario o el confeti y los fuegos artificiales son lo principal. Han logrado lo más difícil: conceptualizar, innovar y transformar. Y es que sus shows ya no son conciertos, son películas.
Al igual que en la década de los 80 se popularizaron los videoclips como una nueva manera de consumir música, ahora, tanto C. Tangana como Rosalía han creado una nueva manera de vivir los conciertos donde lo principal es la historia y su hilo argumental, la belleza del contenido con tiros de cámara imposibles, coreografías integradas en la realización del concierto y donde el contenido más allá de un concierto es un auténtico rodaje cinematográfico.
Han logrado que la música evolucione al cine convirtiendo la experiencia en una triple emoción: sonora, visual y conceptual.
Y es que para los que lo hemos vivido, han conseguido que nuestra percepción cambie por completo. No discutiremos en si hay que invertir más o menos en efectos especiales, si hay que tener o no músicos en directo o cuerpo de baile. Lo que sí está claro es que ellos han transformado la manera de hacer y vivir los conciertos y que en breves veremos grandes estrellas apuntándose a esta estética cuidada, elegante, con trasfondo y sobre todo cinematográfica.
Nos gustará más o menos, nos sentiremos más o menos cómodos con ello, pero lo que sí os puedo asegurar es que han creado una nueva era. Verla y disfrutarla, que de esto se trata el directo.
Grande