Consecuencias de vivir a crédito de la Tierra
Hoy, 29 de julio de 2019, hemos agotado todos los recursos naturales que la Tierra puede regenerar anualmente. Marca esta fecha en el calendario que a partir de hoy incurrimos en una deuda histórica con nuestro planeta. Desde que se empezó a calcular la fecha del #OvershootDay en 1986 nunca había sido tan próxima. Y es que en los últimos años el progreso humano se ha centrado precisamente en esta segunda parte, la humanidad, y ha dejado de lado al resto de seres vivos del planeta. Vivimos a costa de nuestro futuro, un futuro que no será tal si no hacemos algo al respecto.
Y aunque todo parezca muy negro, lo cierto es que poco a poco empezamos a ver destellos de esperanza. La joven activista Greta Thunberg ha conseguido a sus 16 añitos lo que gobiernos, sistema educativo y sociedad en general no han logrado en años: movilizar y concienciar a las generaciones futuras de la importancia del cambio climático bajo la campaña #FridaysForFuture. Millones de jóvenes han salido a las calles en más de 1.600 ciudades de todo el mundo para protestar contra los hábitos de consumo actuales, totalmente insostenibles, y demandar la actuación de gobiernos e instituciones para frenar las consecuencias.
Está en nuestras manos retrasar la fecha de la sobrecapacidad de la Tierra, tan solo hace falta un poquito de valentía y determinación para conseguirlo. Todas y todos conocemos ya las distintas acciones que, realizadas de forma conjunta, pueden crear un gran impacto, y aún así aquí seguimos sin llevarlas a cabo en su totalidad. ¿Por qué? Porque hacerlo implica renunciar en cierto modo a nuestras comodidades, algo a lo que no todas las personas están dispuestas y menos frente a una amenaza en gran parte invisible que no acabamos de percibir como real y altamente peligrosa.
Juntas podemos retrasar la fecha en más de 100 días, según determinan los estudios realizados por la Global Footprint Network y Schneider Electric. La pregunta es: ¿lo haremos? Optimista por naturaleza, yo espero y deseo que sí. Tan solo hace falta lo siguiente:
- Reducir (o erradicar en su vertiente más bucólica) el consumo de productos de origen animal en al menos un 50% y aumentar el consumo de productos de origen vegetal.
- Disminuir el malgasto de alimentos en al menos la mitad (actualmente 1/3 de la comida producida a nivel mundial acaba malgastándose).
- Utilizar el transporte público y/o otros métodos de transporte libres de emisiones.
- Reducir la huella ecológica de nuestro uso energético en un 50%.
Pensemos un poco menos en nuestros pies y un poco más en lo que pisan: el Mundo, que pide a gritos nuestra ayuda.
[1] Las bolsas de plástico, fabricas con polietileno de baja intensidad, tardan más de 1 siglo en descomponerse.