Construyendo futuros: una forma de conversar que genera movimientos útiles en la terapia.

Construyendo futuros: una forma de conversar que genera movimientos útiles en la terapia.

La evidencia científica demuestra que la pura actividad mental que supone la imaginación de un futuro mejor activa nuestro centro de placer en el presente (Punset, 2005).

Tengo una suerte de fe ciega en que el lector tiene como mínimo el conocimiento sobre la existencia de algo llamado Harry Potter. Sabemos la gran fama que tuvo, tiene y seguramente seguirá teniendo la narrativa escrita por J.k Rowling, cuyo peak de fama fue con su adaptación a la pantalla grande. Respecto a ello puedo mencionar dos interesantes cuestiones que nos introducirán hoy en este escrito, asociadas a la imaginación, los futuros y la terapia.

La primera es sobre el relato mismo que esta mágica saga nos propone. La historia de una escuela de magia exclusiva para magos. Donde para llegar a ella hay que tomar el vagón de tren en la estación 9 y 3/4, a la cual solo se tiene acceso atravesando mágicamente un muro ubicado entre la novena y décima estación. No quiero detenerme en una sinopsis ni detalles, eso es para otro momento. Lo que importa aquí es el multiverso creado a partir de la imaginación.

La segunda cuestión es respecto a lo que su autora jamás imaginó, o quizás sí. El futuro. La increíble fama que a su obra le esperaba. El libro tuvo tanta aceptación que el público infantil, juvenil y posteriormente el adulto, formaban aglomeraciones descomunales para adquirir un ejemplar. Disfrazados de magos y con sus varitas en alto, hacían filas eternas. Su hambre por leer Harry Potter era tanta que parecía el efecto de algún truco de encantamiento. Cuando Rowling escribió el primer libro, posiblemente pensó en lo bueno que estaba quedando. Jamás imaginó que tanto. Sobre todo y aún más cuando el cine estalló con su llegada. El futuro exitoso, no estuvo premeditado, ni cerca de ser pronosticado. Al menos en un comienzo.

Vamos a lo nuestro. ¿Qué tiene que ver lo anterior con nuestro quehacer como terapeutas? Pues mucho, y ahora te cuento.

La terapia breve centrada en soluciones, toma la imaginación humana y la construcción de futuros con mucha fuerza, cuál bebé no suelta su tete. Pero, ¿por qué? ¿Cómo es que esto terminó resultando clave para el logro de cambios terapéuticos en las personas? Simple: el ser humano es capaz de imaginar algo que no existe y en consecuencia, imaginar futuros, deseados o no. Ahora mismo imagino al lector leyendo a gusto este artículo, aunque podría ser lo contrario. No lo sé con certeza, esta es una cualidad básica de imaginar futuros en terapia. La idea no es predecir, sino pronosticar y generar movimiento. Esto último es lo que las personas buscan, movimientos que conduzcan a cambios deseados. ¿No son los deseos un pensamiento a futuro? Pues sí y están siempre presentes, por tanto resultan una herramienta creativamente útil.

Hasta lo que sabemos, nosotros los humanos somos la única especie en la tierra capaz de imaginar. En efecto, podemos cerrar nuestros ojos y visualizar un mundo que jamás ha existido (Calvin, 1990). Esto es lo que nos permite soñar con mejores futuros y desarrollar pequeñas acciones en el presente, lo que se traduce a su vez en otro pilar esencial en el quehacer del terapeuta: la esperanza. ¿No es un mejor futuro lo que los consultantes esperan como resultado de la conversación terapéutica? Aceptando esto es que entonces la construcción de futuros deseados y la imaginación, son una salsa especial para la práctica centrada en soluciones.

Cuando los consultantes llegan y se sientan a esperar la interacción terapéutica, resulta provechoso preguntar “¿qué esperas como resultado de nuestra conversación?”. Estarás pensando en el famoso motivo de consulta. No, lo parece pero no es lo mismo. El motivo de consulta busca en el relato del paciente, la razón por la cual ha decidido acudir a terapia. Cuál es el problema o la queja, esa es la intención. No nos detengamos a argumentar por qué no es necesario preguntar “¿qué te trae aquí?”, y vamos de lleno a la cuestión interesante. Cuando hacemos la primera pregunta planteada en este párrafo, lo que generamos en los consultantes es un movimiento reflexivo hacia el futuro: qué imaginas que estará sucediendo que te hará dar cuenta que haber venido aquí, resultó útil. Futuro e imaginación.

Atento a esta pincelada científica. La evidencia (científica) demuestra que la pura actividad mental que supone la imaginación de un futuro mejor activa nuestro centro de placer en el presente (Punset, 2005). Posterior a la pregunta “qué te imaginas que será diferente cuando la relación con tu mujer mejore”, un consultante me contestó: “volveré a sentirme cómodo estando con ella, sentiré que puedo ser yo”. ¿Qué está pasando aquí?. El hombre esta visualizando un mejor futuro y no solo eso, está imaginando cómo será. Detengamonos aquí. No basta con saber qué será diferente, debemos ampliar estas historias. Sí, los relatos de futuro deseado son historias que han de ser construidas con el mayor detalle posible, solo así la conversación irá creando ideas de movimientos, algo así como prototipos de lo que podrán ser soluciones. Nuevamente, no se trata de predecir futuros, sino de imaginar y pronosticar. Jamás aceptaremos saber con certeza qué sucederá, y esto es un buen ingrediente para un plato creativo.

De vuelta al caso del hombre y su pareja. Cuando le pregunto “qué estarás haciendo distinto que te hará dar cuenta que estas siendo tú”, para así ampliar la historia de este futuro, el hombre señala: “estaré por ejemplo contándole a ella lo que hice en el día, las ideas y planes que tengo”. Hasta aquí la conversación resulta estar agradando al joven, su centro de placer se está activando a través de la co-construcción de escenarios futuros y deseados. Y aún más. La conversación está generando novedad. No acostumbramos a conversar imaginando y construyendo futuros deseados.

Importantísimo. No esperamos que la conversación genere un cambio instantáneo. Sabemos que lo conversado estará resonando posteriormente, por lo que se espera que la creatividad natural y singular de cada persona, haga lo suyo en los siguientes días, ¿cómo es esto? Sí, como en el caso anterior, el joven en los siguientes días comenzó a generar pequeños movimientos impulsado por lo que la conversación ha generado en él. “El otro día le comenté a mi pareja mi idea de volver a estudiar una carrera, hace mucho no le contaba algo así de personal”, ¿cómo resulto eso? -le pregunté- “si bien no le agradó mucho la idea, me comentó lo agradecida que estaba por haberle contado, sintió que la consideré en mi vida”.

Trabajar con futuros no es una tarea sencilla, sin embargo, sí que simplifica la terapia. No, no la reduce, la simplifica. Nos saltamos un paso que tradicionalmente se concibe como imprescindible en la terapia: “conocer” el problema. Debemos atrevernos a generar conversaciones hacia el futuro y no con la intención de inyectar pensamientos futuristas en las personas, por el contrario, para generar movimientos que validen la experticia de las personas por sobre lo que el “experto” terapeuta cree que necesitan. El futuro puede ser la cuerda que jale a los pacientes hacia dónde quieren llegar. Debemos hacer que en las conversaciones aparezca esta cuerda.

Gracias por leerme.

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Otros usuarios han visto

Ver temas